Lo pequeño es hermoso.


Tuve ayer la consulta de una madre cuyo hijo veinteañero, padre de un querubín de dos años y medio, pasa el tiempo libre enganchado a la Play-Station en lugar de jugar con su hijo… ¡Y viven en una casa de monte, en plena Naturaleza! Ese hijo, ya un hombre por edad, ha crecido en los valores de nuestra actual visión “racional” de la vida, que no espiritual… La madre suponía que su hijo fuese víctima de un trabajo de magia negra, y razón no le faltaba. El “hechizo” del que su hijo es víctima es educacional. Tiene que ver con nuestra escala de valores.
Mi Tarot es Evolutivo, se basa en el trabajo personal de cada uno. Por eso, siempre busco apoyar los mensajes de mis Arcanos ofreciendo un nuevo camino práctico que cada uno se trabaje para sí mismo y los suyos. Los mensajes de mis Arcanos acerca de este joven hablaban de estancamientos materiales que impiden cambiar de vida y mejorar (El Diablo boca abajo y El Arcano Sin Nombre), y recomendaban una profunda transmutación personal, un nuevo acercamiento a nuestra forma de entender la vida (Juicio y Carro invertido). Completé los mensajes de mis Arcanos con la recomendación de un par de lecturas sencillas y concretas, y luego pedí a un buen amigo, ecólogo y maestro taoísta, que visitara a esta familia como mensajero aportador de una nueva filosofía de vida.
Alguien dirá…
Alguien dirá ¿qué tienen que ver Tarot y pensamiento alternativo? Fácil. El ser humano sólo tiene sentido como integrante de una vasta red de relaciones, y no como sujeto individual. En contra de la percepción individualista de nuestra cultura occidental, no estamos solos. Cada cosa que hacemos, por pequeña que sea, tiene repercusión en el colectivo social. Y la vida no se mide sólo en términos de beneficios económicos y posesiones materiales. También están los beneficios espirituales, los que redundan en un beneficio humano no medible con la vara estrictamente homínida del dinero.
Atravesamos una crisis sistémica global… ¿Porqué no reconocer y difundir que ha llegado ya el momento de reaccionar? ¿Porqué no reorientar nuestra vida hacia nuevos pensamientos como “lo pequeño es hermoso”? ¿Porqué no revalorizar la Naturaleza y sus valores, nuestro propio hogar al fin y al cabo? Si nos relacionamos con ella, si aprendemos de ella, captaremos la auténtica magia de vivir. Y el sentido de la vida no es cuantificable. ¿Qué precio en dinero tiene el canto de un pájaro? ¿O un bosque? ¿O un río? ¿O la sonrisa de un niño, de nuestro propio hijo?
Un apunte sobre la educación.
La ostentación social, yacente en la base de nuestro consumismo, conlleva una explotación desmedida de recursos naturales y una atomización de la cohesión social. Sin cohesión carecemos de la solidaridad necesaria para darnos cuenta colectivamente de que avanzamos por el camino de la autodestrucción… ¡sirviendo a los intereses de individuos tan anónimos como nosotros, aunque aparezcan en televisión y dispongan de un lujoso automóvil, oficial o privado!
Limitar la experiencia de un niño a nuestro entorno artificial de base consumista está causando en nuestros hijos problemas reconocidos de obesidad, depresión, ansiedad, falta de atención, ausencia de cultura del esfuerzo, pobreza general en los valores morales imprescindibles para mantener vivo el ideario del crecimiento sostenible. ¡Muchos padres ni siquiera lo conocen! ¿Cómo romper esta cadena?
Imaginemos que logramos obligar a las autoridades que nos gobiernan (gracias a nuestro voto) a dedicar una parte de los recursos económicos del Estado (obtenidos gracias a nuestros impuestos, a nuestro trabajo) no a proyectos faraónicos que llenan bolsillos y egos, sino a campamentos de verano totalmente gratuitos, en los que nuestros pequeños y jóvenes contactasen con la Madre Naturaleza y sus valores. ¿Os imagináis, por ejemplo, a maestros de taoísmo chino o a psicólogos emocionales a sueldo del Ministerio de Educación, aleccionando a nuestros hijos en la hermosura de lo pequeño?
Tendríamos a niños y jóvenes aprendiendo a golpe de presupuesto ministerial cómo fortalecer el cuerpo, la mente y el espíritu. Niños que el día de mañana serán adultos con pleno autocontrol de sus vidas. Ya no tendrán vacíos existenciales que llenar a base de consumo material. Consumir y acumular como lo hacemos es a todas luces insostenible desde una perspectiva medioambiental y moral. La adquisición de bienes materiales nos sitúa en una buena posición social y refuerza temporalmente la autoestima personal, pero a la larga genera insatisfacción. La ansiedad por ser más “teniendo” no tiene límite y agota. ¡Es el pez que se muerde la cola! Y el propio planeta se agota. ¡Es el pez que se devora a sí mismo!
En lugar de esos campamentos, y por poner sólo un ejemplo del resultado de combinar política y negocio, hoy tenemos en España una retahíla de aeropuertos tan inútiles como caros: Huesca, 50 millones de euros; Lleida, 90 millones; Castellón, 150 millones; Ciudad Real, ¡1.100 millones! Proyectos de rentabilidad cero, pagados con dinero público, ideados por políticos y empresarios tras cuyo mesiánico mensaje (“Yo soy vuestro Mesías salvador: tomad un aeropuerto”) se esconde el deseo de impulsar sus carreras. Esto es, alimentar su ego a través de más poder y más dinero. Y eso es así porque la masa social, desconocedora del origen de su propia insatisfacción y de las alternativas de vida, lo permite. Educación alternativa. Conocimiento alternativo.
Es clara, pues, la necesidad de reorientar nuestros valores personales y colectivos, de realizar cambios profundos. Desde el Tarot Evolutivo aportamos nuestro granito de arena para producir el cemento que esa ingente obra requiere.
¡Lo pequeño es hermoso!

Llegó Neptuno.


Neptuno, octavo planeta de nuestro Sistema Solar, es nuestra referencia astral de mayor poder espiritual y transpersonal. Está relacionado con el psiquismo profundo: su influencia nos impele a la fusión con el todo del que cada uno de nosotros forma parte, nos abre las puertas de lo onírico, acerba nuestra sensibilidad. Romance, fantasía, sueños, imaginación…
Ahora bien: siendo que Neptuno entró en Piscis, todo ese cuerpo conceptual que acarrea el planeta se torna dual. En Piscis, un pez nada a contra corriente y el otro se deja arrastrar por ella. Estaremos, pues, predispuestos a abrirnos emocionalmente, a buscar refugio en lo espiritual, tanto colectiva como individualmente. Y a todo lo contrario. El otro pez de Piscis, el ligado a Dionisio, nos orienta hacia la psicosis… Alcohol, drogas, adicciones, mentiras, trampas, acciones deshonestas… Es una situación muy propensa a brotes de violencia psicótica como el que subyace en la masacre de Noruega. Y más aún siendo que Urano está en Aries (violencia y locura); y Plutón en Capricornio: destrucción violenta de todo tipo de estructuras.
Debemos tener siempre claro que poseemos una poderosa arma como especie: el cerebro. Es ésta una herramienta a medio camino entre nuestra dualidad homínida y humana. ¿Cuántas veces, ante un hecho “sobrenatural”, decimos “No me cabe en la cabeza” o “No lo creo, está fuera de toda lógica”? Y nos cerramos en banda y seguimos viviendo esclavos de nuestro desconocimiento de lo transcendental.
En cambio, no debe ser así, sino al contrario… Adecuadamente informado, el cerebro nos permite comprender y, a continuación, actuar. Es un mecanismo simple y sencillo, pero de gran poder.
Por eso, a quienes digan que estas influencias planetarias son un absurdo, les sugiero: proveed a vuestra mente de datos nuevos. Leed. Documentaos. Aprended. En la vida nos regimos mediante conceptos aprendidos que “programan” nuestra mente sin ir más allá de ella. Pero podemos aprender nuevas formas de entendernos como seres individuales y como miembros de la colectividad humana. Y esas nuevas realidades nos harán cavilar y entender, y entendiendo aprobaremos, y aprobando esa nueva información, romperemos el bloqueo de la mente a todo ello y de ahí pasaremos a conectar con nuestro cuerpo emocional, con nuestra alma, con nuestra energía espiritual más divina y blanca, más iluminada.
Es decir: que podemos conectar con nuestro otro lado, el espiritual, a través de la más poderosa arma que como especie homínida poseemos: la mente.
Suponed que entre nuestra condición mamífera y nuestra condición divina estuviese el cerebro a guisa de puerta o pasaje. Bastará para abrirla de par en par con tener la llave adecuada. Y esa llave la da el conocimiento.
Sabiendo qué son y qué suponen Neptuno y Piscis, aunque sea de manera ligera o fundamental, podremos escoger qué comportamiento queremos para nuestra existencia. Hacia qué tender. Y de que alejarnos. Así, lo consciente y lo inconsciente; el cuerpo físico y el espiritual, lo físico y lo metafísico, se reencuentran gracias al poder de una mente sana en tanto que bien documentada.
Y esa es, precisamente, una de las bases de mi trabajo en Tarot Evolutivo.

Almas gemelas.


En nuestra cultura, nuestra alma gemela representa la “meta final” a la que llegar tras sucesivas etapas o experiencias amorosas kármicas y/o dhármicas, que nos irán “preparando” para el último y definitivo encuentro, sea en esta vida en curso, sea en otra vida futura… Habitualmente, dicho encuentro es sólo posible tras varias reencarnaciones. Es patrimonio, pues, de las “almas viejas” y experimentadas. Vida tras vida, vamos preparándonos para ese ansiado encuentro final, vamos cerrando ciclos, vamos sobrepasándolos y aprendiendo a conocer nuestra más íntima y propia esencia espiritual, a despecho de las circunstancias de la vida terrenal y cotidiana.
En consecuencia, cada ser humano con quien nos vinculemos será un maestro y/o compañero de viaje en nuestra preparación para el encuentro final con nuestra alma gemela, y lo será (y lo seremos) en clave negativa o involutiva o positiva o evolutiva.
A la postre, el encuentro se producirá siempre que confluyan los tres elementos de su particular Tríada Sagrada: el elemento Celestial (o la bendición divina), el Humano (comunión de voluntades entre ambos protagonistas de la unión) y el Terrenal (circunstancias coyunturales propias de la Tierra, como por ejemplo el país en el que vivimos, nuestro círculo social, nuestra escala de valores…). Si el cotejo del Debe y el Haber entre nuestras vidas pasadas y la actual arroja un saldo positivo, contaremos con la bendición divina y lograremos vencer cualquier obstáculo. Siempre, eso sí, contando con el aliento de nuestra propia voluntad y esfuerzo.

Es creencia de uso que, si bien puede haber varias almas afines, sólo tenemos una única alma gemela. Para reconocerla, invoquemos al filósofo Platón, padre del concepto del amor platónico:

“De todos los dioses, el amor es el más amigo de los hombres y su mejor médico, pues sólo él es capaz de curarles de su mayor mal que no es otro sino la pérdida de su naturaleza originaria”.

Esa “naturaleza originaria” es la contenida en el mito del andrógino: al principio, el ser humano era lo femenino y lo masculino unidos en un solo cuerpo. Ebrios de soberbia y creyéndose parejos a los dioses, los seres humanos andróginos se instalaron en el Monte Olimpo, residencia de los dioses, con la demanda de alcanzar la gloria divina que creían merecer. En castigo a su soberbia, Zeus los devolvió a la Tierra tras separar sus dos mitades corporales, condenadas desde entonces a vagar por el mundo hasta encontrar cada cual a su par.
A su alma gemela.
Bien. Esa es la teoría platónica. La espiritual, en cambio, nos habla de vibración sutil o densa, según sea nuestra alma proclive a la entrega o no. A más dominio egoísta del ego, mayor densidad de nuestra vibración, y viceversa. Suponiendo que nuestra alma sea un sonido, una onda acústica, nuestra alma gemela será aquella que vibre en nuestra misma amplitud y frecuencia. Así las cosas, dependiendo de nuestra densidad vibratoria, estaremos preparados para “amar” en un grado u otro de elevación espiritual. Y si alcanzamos la posesión de un nuestro acorde sutil y le aunamos el acorde igualmente sutil de otra alma, la magnificencia del nuevo acorde resultante de dicha unión será elevadísima, superior, magnífica...
Inefable.
Pero… Como nuestra condición homínida nos ha impuesto la creación del arquetipo cultural de la monogamia, impera entre nosotros la idea platónica de una única alma gemela. Una elaboración más “refinada” de ese arquetipo de la monogamia lo tenemos en el ideal romántico del amor, o en el anterior caballeresco. Pensad, en cambio, que nuestro alcance espiritual sería demasiado pobre si sólo pudiese circunscribirse a una única alma de idéntica vibración sutil a la nuestra. El objetivo final de nuestro desarrollo espiritual, la Arcadia inalcanzable (o no), sería la de total comunión vibratoria de todas nuestras almas en un Big-Bang de amor humano, energético y espiritual.
Esto es: reconocer que todas las almas del mundo están llamadas a ser gemelas, están llamadas a ser sutiles.
¡Tiempo al tiempo!
De momento -arquetipos obligan-, el tema del alma gemela lo consideramos como una relación en la que sólo dos seres humanos encuentran su propia alma en sí mismas y en el otro al unísono. Sea como fuere, lo cierto es esto: lo que uno siente cuando se encuentra con su alma gemela es totalmente indescriptible y maravilloso. Este encuentro marca un antes y un después para ambos implicados, y los hace partícipes de un sentimiento tan extraordinario e inefable, que no puede describirse con palabras. Resulta casi imposible describirlo a quienes no la han vivido todavía. Es un amor más allá de toda dimensión.
Imagínate por un momento ante un desconocido cualquiera. Puede ser en tu trabajo, en el aeropuerto de un país lejano o en cualquier otro lugar. Alguien está ahí, aparece ante ti y vuestras miradas se cruzan por un instante. Percibes una densísima carga energética, un vuelco al corazón, un pálpito… Esa persona desconocida te resulta extrañamente familiar. Confías en que así es. No hay razonamiento entre vosotros. Hay intuición. Ambos sabéis que vuestras almas vibran en un mismo y elevado plano.
La relación entre almas gemelas encarna el más puro amor, más allá de toda necesidad o dependencia del ego. No hay arquetipos lastrando a esas dos almas. No existe jamás el menor atisbo de competencia. Todo entre ellos es solidaria cooperación para el goce y el crecimiento mutuo y compartido. La entrega es total, no hay ni miedos ni reproches ni condiciones. Si el sentimiento es el lenguaje de nuestra alma, el idioma que hablan las almas gemelas es tan idéntico como elevado y sutil.
Esa comunión se articula en el plano energético a través de nuestros siete chacras principales. Cuando dichos siete centros energéticos del ser humano están abiertos y sanos y armonizan plenamente con los de otro, cuando la sintonía es plena entre ellos, se alcanza la Cumbre del Amor. Desaparecidas las personalidades del ego, ambas almas podrán entrelazarse en un abrazo integral y empezarán a fluir sus energías vitales, amalgamándose en una nueva más potente y pura: una suerte de Fuego Sagrado que les procurará la dicha de la plena realización humana en clave espiritual. Esa energía fluirá a raudales aún más intensos si cabe cuando, una vez desnudos los cuerpos de toda linde entre ellos, se engarcen en la máxima expresión posible de comunión humana: a través de los órganos sexuales. Lingam y Yoni, pues, ultiman esa conexión íntima entre almas. Y las energías puras de ambas fluyen del uno al otro, de él a ella, de ella a él, de él a él, generando una única entidad compartida en la que las personalidades desaparecen y sólo hay espacio para el goce energético del Amor mayúsculo correspondido.
Armonía absoluta, pues.
Amor en la cumbre.
Y recordad: el objetivo final de nuestra especie es lograr que el número de almas capaces de vibrar en la misma (y elevada) sintonía sea sin límite conocido (como de hecho es, en potencia al menos).

Doblete de Venus.


Hay dos consultantes en mi vida como tarotista que me llaman poderosamente la atención, por ser ambas mujeres en proceso de reconexión reconciliadora con su arquetipo de Venus o Afrodita, la Diosa del Amor y cuidadora del eterno arquetipo femenino.
A Venus-Afrodita la conocéis todos, seguro… Regente de la belleza, del amor, de la sensualidad y seducción en su más profunda y amplia extensión, engloba también a la armonía, a las manifestaciones estéticas (¡fiestas incluidas!), al bienestar con nuestro entorno y con nosotros mismos… En suma, Venus representa a la pulsión vital más vívida y sensible, pero tamizada por el selecto filtro de la exquisitez y la armonía, en oposición directa a Tánatos, pulsión de muerte, violencia y destrucción.
En una suerte de íntimo renacimiento, ambas mujeres de las que ahora escribo se encaminan hacia la primera y principal condición necesaria para el establecimiento de una relación amorosa: el contacto con su propia Belleza interior. Con su propia Venus íntima e intransferible. Venus renovada y potenciada para la una, Venus renacida y reencontrada para la otra… Pero ambas viven el mismo proceso de amarse primero a sí mismas para amar a otros después.
Porque… ¿Cómo podemos amar a alguien si antes no nos amamos a nosotros mismos? Si rechazamos la que es nuestra propia esencia, es del todo imposible vincular nuestra vida humana a la de otro ser humano. Y si no estamos satisfechos con dicha esencia, con lo que somos, y si no la mejoramos de manera limpia y efectiva… ¡Nada que hacer, más que dar palos de ciego por la vida! Pues tal como nos vemos a nosotros mismos, nos ven los demás. Por eso siempre hay que seguir el impulso de Venus, que no el de Tánatos, a despecho de cuantos fracasos podamos acumular en nuestro historial particular, pasado y presente o incluso futuro. Venus permite contactar con nuestra Belleza interior y, en el caso de estas dos mujeres, retomarla, reconsiderarla, renacerla y hacerla llegar a su máximo potencial.
¡Ojo! La Belleza no responde a patrones ni modas, la Belleza no entiende de “fundas exteriores”, sino que se trata de una cualidad intangible del alma, una suerte de energía lumínica de gran potencia que ilumina nuestra Verdad más íntima y propia, lo que somos en realidad. Los antiguos griegos decían que Belleza es Verdad, y ahora veréis cómo. Cuando percibimos la Belleza de alguien, en realidad percibimos el estable y firme equilibrio armónico de ese alguien con su naturaleza humana, que no homínida. Es decir: esa Belleza nos remite a algo muy intrínsecamente propio de nuestra condición humana. No al instinto básico o a la satisfacción de instintos primarios, ni siquiera a típicos mensajes de nuestra sociedad como “Dame y dame porque yo lo valgo y no me importa quién se quede atrás”, sino a algo relacionado con la inteligencia y la sensibilidad más extremas posibles en nuestra especie.
A algo divino, en suma.
Y lo divino es nuestra Verdad como especie, pues somos mamíferos, sí, pero sólo en nuestro origen. También somos humanos, y tendemos por ello a lo divino. Ese es nuestro norte, y en él debemos porfiar.
Y en él porfían ambas damas. Las dos, cada una a su manera y cada una en su estado propio, con sus fuerzas y sus debilidades como mujeres, están aprendiendo a amarse a sí mismas, y ese progresivo conocimiento y aceptación de sí mismas en tanto que poderosas Afroditas las está impulsando hacia más amor. Hacia más seducción. Hacia más vértigo emocional…
El resto, y aunque resulte gratuito decirlo, es secundario. En ese resto entran preguntas tipo “¿Pero me quiere o no?”, “¿Dejará por mí a su esposa?”, “¿Debo lanzarme o no a esta aventura?”. Esas preguntas del “cómo” las responde el Tarot Evolutivo gracias a su poder de predicción, pero lo verdaderamente importante de mi disciplina es “enseñar” o mejor “explicar” o “anunciar” qué nos está pasando, y porqué. Venus-Afrodita sugiere a estas damas a lanzarse de cabeza en su particular estanque conceptual, de prístinas y refinadas aguas vitales. Su secreto revelado es este: “Reconócete como ser único y original en todo tu esplendor. Ámate y amarás”.
El resto es, pese a todos los todos posibles, mera infraestructura en nuestro camino personal hacia la plena autorrealización y felicidad.

De amores y despechos...


Cada día me llegan vuestras consultas sobre emociones, sentimientos y pensamientos relacionados con el amor y la pareja. Sois muchos los encadenados a relaciones que os disgustan, pero que al mismo tiempo os atraen y parecéis necesitar... Inasequibles al desaliento, pero embargados por el desajuste y el dolor, seguís dando AMOR (o esperando a poder hacerlo), con la esperanza de recibir en equivalencia a vuestra entrega… ¡O más incluso!
Si damos por sentado que nuestro objetivo común es el de hallar un amor incondicional e ilimitado, entenderemos porqué seguimos buscando iniciar romances que deriven en algo tan superior como un lazo amoroso enérgico y duradero, cargado de intimidad y de pasión. Siendo que nuestro espíritu tiende a la Luz en su proceso de evolución desde nuestro yo homínido a nuestro yo humano, el modo en que vivamos nuestros sentimientos y emociones nos hará más firmes candidatos a decantarnos hacia uno u otro polo de esa dicotomía que marca nuestra especie.
Cada relación amorosa que vivamos, pues, nos marcará una serie de lecciones específicas, de cuyo cumplimiento dependerá nuestro paso a un nivel espiritual superior. Esto es así en tanto que el sentimiento es el lenguaje de nuestro espíritu y alma, que para mí son lo mismo. Ante la dualidad entre Tricotomitas (quienes distinguen entre cuerpo, alma y espíritu) y Dicotomitas (quienes lo hacen sólo entre espíritu o alma y cuerpo), yo me sitúo entre los partidarios de la segunda opción. De hecho, en la Biblia sólo hay un par de pasajes (Hebreos 4:12 y Tesalonicenses 5:23) donde los Tricotomitas puedan basarse para defender su posición, pero en fin… Ese es otro tema, no nos desviemos… Importa recalcar que lo que nuestros sentimientos hablen, cuál sea el continente y el contenido de sus mensajes, nos hará mejores o peores seres humanos.
¿Qué es sentimiento y qué emoción?
La emoción es una compleja respuesta química y neuronal capaz de originar un patrón distintivo en nuestro comportamiento automático de respuesta. El sentimiento es la evaluación consciente que realizamos de nuestro estado psicofísico ante nuestra conducta o respuesta emocional. Es decir: recibimos un estímulo emocional y reaccionamos mediante los mecanismos innatos del cerebro (o reacciones primarias) y mediante nuestro arquetipo aprendido (respuestas conductuales o emociones secundarias). A continuación, evaluamos conscientemente la respuesta emocional que hemos dado y nos situamos en uno u otro sentimiento final: de satisfacción o frustración, de aprobación o rechazo, de honra u oprobio, de amor u odio…
La pasión es una emoción, mientras que el amor es un sentimiento. Lo mismo para los binomios tristeza/depresión, rabia/odio, euforia/alegría…
Es decir: todo mensaje emocional experimentado en nuestra vida ha de ser recibido intensa y/o repetidamente antes de echar raíces en la mente subconsciente. Cuando esa información de vida se inserte en el subconsciente, influirá en nuestro comportamiento futuro en forma de sentimiento. Y cuanto más se repita esa información de vida emocional, su sentimiento asociado será más recio, estará más profundamente grabado en el subconsciente y con más fuerza y automaticidad orientará nuestra existencia.
Así es como alcanzamos la cognición de la emoción: generando un sentimiento duradero y firme que rija nuestro devenir. Si emoción y cognición se integran correctamente, nuestros sentimientos estarán orientados en la dirección adecuada: nuestra autorrealización en clave de felicidad.
Visto así, el origen de nuestros sentimientos hacia las situaciones y personas de nuestra vida no está tanto en lo que esas situaciones y personas provoquen en nosotros, sino en lo que nosotros pensemos acerca de las otras personas y de lo que nos provocan. Por lo tanto, la mejor forma de manejar las emociones y sentimientos que nos causan problemas (y que nos aproximan a la zona oscura del yo homínido), es cambiando los pensamientos que los producen, mantienen e incrementan. Es lo que en Tarot Evolutivo denominamos “cortar el mental” o también “destruir el arquetipo”.
De ese modo, nos mejoraremos por medio de nuestro avance hacia el yo humano regido por la Luz.
Un ejemplo práctico.
Tal es el de una consultante envuelta en una conflictiva situación amorosa. Ama a un hombre que también la ama a ella, pero que sigue encadenado a otra mujer, madre de sus hijos, sin que medie entre ellos tanto amor como dependencia por unos lazos afectivos ya caducos, fríos, laxos, y cuyos principales activos son los de sus hijos en común, el chantaje emocional por parte de ella, y el sentimiento de culpa por parte de él. De hecho, no hay entre ellos convivencia desde hace años.
Bien. Una de las energías comportamentales que mis arcanos solicitaban a dicha consultante era la de contención y temple para con la situación de su enamorado. No es desde luego ni agradable ni sano amar a alguien a escondidas, y más si ese alguien reparte sus afectos entre dos mujeres. Sin embargo, el amor auténtico es el que transige con las debilidades del ser amado, y trabaja con afecto y entrega en pro de su resolución.
Una de las preguntas a mi Tarot de esta consultante fue si debía ella comunicar a “la otra” su existencia, y el mensaje de respuesta fue claro y contundente: “Tú, no. Esa es responsabilidad de tu amado. Tú sólo debes porfiar en que algún día él tenga la energía y clarividencia necesarias para hacerlo”.
Sin embargo, no lo hizo así… Ambos disfrutaron de su primer fin de semana juntos, plena intimidad para ellos en un espacio/tiempo sólo suyo… Una ocasión propicia para aclarar posiciones, para exponer demandas, para trazar estrategias conjuntas desde el goce del amor compartido, capaces de encarrilar su complicada historia hacia una siguiente etapa de mayor satisfacción mutua a la luz de la Luz… En ocasión de ese fin de semana compartido, las emociones puntuales de euforia y pasión de sus protagonistas trabajarían hasta afianzarse en sentimientos duraderos de alegría y amor, afianzando de ese modo la relación entre ambos. Por la parte de la ex despechada, sus emociones puntuales de rabia y tristeza darían paso a sentimientos duraderos de odio y depresión… ¡Ella no me consulta y no puedo aconsejarla!
El problema es que, antes de la excursión, mi consultante cometió el error de disminuir su nivel de vibración a campos oscuros, desoyendo el consejo de mis Arcanos. Mediante una enrevesada conspiración anónima, hizo saber a su contrincante de su existencia, y con ello insufló negatividad en la respuesta de ella, que ya de por sí iba a ser en nada comprensiva o conciliadora.
Y en la de él, pues si mi consultante debía trabajar su Luz propia para orientar con ella la tortuosa sentimentalidad de su galán, con ese desafortunado acto no hizo sino justificar las dudas y prevenciones de su enamorado hacia ella, y potenciarlas.
¡Ojo! No dice mi Tarot que “la culpa sea de…”, sino que en un juego de oscuridades a tres bandas, mi consultante debía ser la Luz refulgente y orientadora, y no otra oscuridad más. Atención a esto: cuando nuestras emociones, sentimientos y pensamientos se entrelazan hasta formar una única unidad, adquieren tal fuerza que nos dominan hasta el punto de controlar nuestra vida. Si la emoción y su cognición se integran correctamente, nuestros sentimientos estarán orientados en la dirección adecuada: hacia nuestra autorrealización en clave de la felicidad de la Luz.
En caso contrario, nos seguiremos (auto) orientando hacia la frustración de la Oscuridad. Y esto vale con o sin la compañía del galán en cuestión.
Aquí el Tarot Evolutivo es un arma muy eficaz. Desenmascara y aclara, redefine y reajusta, y nos libera de la pesada carga de la confusión generada por pensamientos erróneos, fruto de la errónea gestión de emociones y sentimientos. Permite, pues, poner de manifiesto los aspectos más ocultos de nuestra mente, de manera que podamos explorarlos, conocerlos y darles una vía de resolución para todos los seres implicados tan efectiva como limpia. Y esto vale también por las segundas y terceras personas por las que preguntáis. Sabed, pues, en suma, que toda emoción, sentimiento y pensamiento negativos debe ser transformado en oportunidad de limpia realización humana. Ello es posible mediante el empleo de paciencia, comprensión y tolerancia. De otro modo, nos enquistaremos en peligrosos resentimientos que, a su vez, generarán y/o potenciarán las capacidades destructivas propias y ajenas a través del rencor y del odio. ¡Un tortuoso camino que lleva a la autodestrucción!