Eva en su encrucijada (1ª parte).

Hace un par de meses largos sostuve una sesión de Tarot Evolutivo con una dama vecina de una villa cercana a la de mis montañas. Prolongamos en aquella ocasión por espacio de un par de horas largas, tal era la densidad energética que mantenía mi consultante reconcentrada y prisionera en su interior.

La llamaré Eva. Eva, la mujer.

Debo decir que Eva aparentaba ser una mujer tranquila y observadora, casi sosegada, de aquellas mujeres que disponen de un rico mundo interior que, a la postre, es el que las rige en la vida cotidiana. Nos reunimos en aquella ocasión en un espacio neutro pero a salvo de toda suerte de miradas, discretas o no, y al no saber ella por dónde empezar su consulta, qué pregunta formular, la sugerí inquirir a mis arcanos por su “estado energético”, por su situación en aquel momento en esta paradoja que llamamos vida.

La primera tirada expresaba a gritos que Eva, representada por El Enamorado, se hallaba en una encrucijada emocional, en un “desechar un amor vencido” para buscar otro… Hijos de por medio y un marido fiel y bueno, pero por el que ya no sentía ni chispa, ni magia, ni apenas interés alguno. No él, en cambio y desde luego: él aparecía como esposo fiel y dedicado, trabajador esforzado y cumplidor, pero absolutamente esclerotizado en su día a día con mujer e hijos. Un hombre bueno atrapado por la rutina mala. Nada de fuego. Cero pasión. Un día tras otro vivido en una retahíla sin final de monótono aburrimiento…

Mientras dibujé a Eva este cuadro vital, ella me observó quieta y callada. La boca semifruncida, los ojos muy abiertos y fijos en mis cartas desplegándose sobre la mesa... Concluí mi exposición y ella desató su lengua de manera furibunda y desenfrenada. Y sus brazos. Y su cuerpo entero. Vibraba, se agitaba, hablaba atropelladamente, me interrumpía una y otra vez… Desplegó una suerte de campo de fuerza electromagnética que chocaba contra el mío, comiéndole terreno. Y hablaba sin parar, iba y venía de un particular a otro, de una razón a otra, atropellándome a mí y a sí misma… Acabábamos de abrir su Caja de Pandora, y sus males, encerrados en ella durante largo tiempo, inundaban la sala con sus agobiantes revoloteos.

Preguntamos qué papel jugaba su marido en esta situación; qué podía hacer él; qué ella… Fueron siempre muchos los arcanos que participaron en sus tiradas de aquella cita, en ocasiones la baraja entera, y siempre la mostraron en situación de férrea encrucijada emocional con la figura arquetípica del marido. Ella siempre estuvo representada por la carta del Enamorado (elección), y siempre tuvo en contra la figura del esposo (El Papa o El Emperador). El resto de sus arcanos siempre representaron situaciones de compromisos y obligaciones o de tentaciones y atrevimientos (Diablo), de deseos tormentosos y ocultos y de sueños encerrados en su yo más íntimo (Luna), o de pura incapacidad de acción mientras durase su maduración evolutiva (Colgado).

Mis arcanos, en definitiva, la aconsejaron dialogar con su hombre y luchar por un entendimiento mutuo y sin acritud por ambas partes. El amor a veces se acaba y no siempre es posible revitalizarlo, y no al menos antes de que cada uno de los miembros de la pareja realice el recorrido que su energía le depara, con independencia de cuál sea el punto de llegada y el compañero de viaje. Eso nunca lo sabemos. El único punto de llegada firme es la muerte, y nadie ha podido demostrar que no se trate, en realidad, de un punto para una partida a algo diferente… Sea como fuere, los arcanos de Eva sugerían comunicación tranquila (Templanza) y participación de la justicia terrenal (Justicia), con el Ermitaño (prudencia, respeto, largo plazo) iluminándolos a ambos. Sin prisa pero sin pausa. Nunca la casa por el tejado.

Y sin acritud. Respetando la posición de cada uno.

Eva marchó al fin, y yo quedé agotado. Su despliegue energético me había derrengado. Fue como montar sin silla un caballo salvaje y galopar sin freno una pradera interminable. Aplacé mi siguiente consulta y volví a casa y me tumbé en el suelo, sobre una alfombra, a depurar…

Esta mañana, Eva y yo hemos coincidió al caso por la calle y hemos realizado otra sesión. Os la explico mañana en la segunda parte de esta historia.