En misa y repicando...


Es hermoso comprobar cómo el grupo generacional de los nacidos entre mediados de los sesenta y los setenta porfía en su lucha por adecuarse un espacio propio en el que vivir el amor en pareja. Digo hermoso porque las experiencias vividas por mis consultantes de esa franja de edad han dejado ya una densa retahíla de imperativos en su modo de vivir una acción (la de enamorarse y amar) y de vivir un ser (el ser amado y el suyo propio como amador o amante).
Por fortuna, siempre buscamos la libertad de acción, espiritual y material, a toda costa y a pesar de cualquier todo… ¡Siempre inasequibles al desaliento!
Y si, avanzamos por senderos de vida cotidiana a menudo estrechos y accidentados, asfixiados por auténticos zarzales, buscando salvar la peligrosa cercanía de precipicios y, en definitiva, ansiando alcanzar las anchas campas del vivir en las que poder, precisamente, campar a nuestras anchas por nuestros respetos, como popularmente suele decirse… Actuando con plena libertad e independencia en nuestra existencia. Y valga esta reflexión tanto para la contingencia de alimentar a nuestros hijos, como para la de pagar el alquiler o la hipoteca, como para la de disfrutar de un amor intenso y vivificante.
Requirió, pues, mis servicios de Tarot una mujer a la que sólo puedo calificar como sana luchadora, pues tal era la intensidad de su Luz interior en su momento vital actual, aún tras cargar a sus espaldas con dos matrimonios fallidos que le han procurado la dicha responsable de dos hijos. Refugiada, como tantos otros humanos de su grupo generacional, en casa de sus padres (¡olé, a pesar de cualquier pesar, por la recia fidelidad de nuestros mayores!), y servidora en un subempleo dotado de subsueldo, lucha sin embargo esta mujer por mantener su Luz interior y proyectarla hacia sus seres amados, incluido un hombre en especial...
Y si ella figuró en mis arcanos como luchadora, ese “hombre en especial” lo hizo representado por la carta de El Emperador cabeza abajo, evidenciando estar inmerso en grandes dudas sobre su relación emocional a dos bandas: su ex y la mujer que me llamó por teléfono para consultar. Acabo la exposición diciendo que ella y él, mi consultante y su amado, regeneran una relación nacida en su juventud… Si entonces fue amistad, ahora es amor…
La llamada de esta mujer nos ha reportado un gran bien a ambos. Ella quedó más segura, más sosegada y estable, y reunió clarividencia para luchar por su hombre de manera limpia, pero enérgica. Contactó conmigo el día después de su consulta, y me confesó sentirse sorprendida por la fuerza que ahora sabía disponer en sí misma…
¡Estaba en mi y no sabía verla!-, me dijo…
Mi Tarot funciona como un espejo en el que verte reflejado. Gracias a esa distancia que tomas sobre ti mismo y tus cuitas y penas, redimensionas tu situación vital y determinas cómo actuar, cómo estar preparado para recuperarte y seguir avanzando y resanarte y avanzar aún más... De hecho, mis arcanos anunciaron movimientos serios por parte de ese hombre entre el 2 y el 12 de junio, y según me comunicó ella, se están produciendo. Él se está posicionando como debe, está reequilibrando sus energías, está poniendo del derecho la carta del Emperador que aparecía boca abajo representándole a él, en tanto se obstinaba en “estar en misa y repicando”. Se han producido conversaciones y movimientos entre los tres protagonistas de esta realidad, y todo está avanzando por donde debe: por el sendero recto y despejado de la Luz. A cada cual, lo suyo. Sin acritud ni rencores, pero lo suyo.
¿Veis la combinación? El amor es uno y único y es preciso tenerlo siempre a disposición de todos nuestros congéneres, incluso con independencia de la respuesta que obtengamos por su parte. Con todo, en nuestra sociedad, en nuestra estructura arquetípica más consolidada y compartida, más generalizada y –nos guste o no-, más real, el amor en pareja es uno y solo uno, y sólo en su seno caben tanto el ejercicio privativo de la intimidad amorosa entre sólo ambos amantes, como la imperiosa necesidad de que nada se oculte a nadie, ni siquiera a una ex que chantajea las energías emocionales de un hombre atrapado entre dos personas a las que ama, a despecho de que la materialización de esos amores discurran por vías diferentes. Nada de celos o rabia por parte de ella, mas sí reivindicación de un equilibrio justo. Nada de temor o remordimientos de conciencia por parte de él (pues todos tenemos el derecho a reorientar nuestros amores), pero si valor para saber obrar con limpieza y equidad. Ofreciendo apoyo y Luz, calor y amor, por ambas partes pero como en limpieza emocional corresponde hacer.
Luz y taquígrafos. Esa era la demanda íntima de la mujer que me llamó. Y ese es el reto de su hombre. ¿Arduo, costoso, de avance irregular en función de su equilibrio energético? Sin duda, pero mejor quedarnos con este concepto: ¡a todas luces posible!