Un breve apunte sobre La Papisa.


En Tarot Evolutivo entendemos a los 22 arcanos mayores del Tarot como una representación de las sucesivas experiencias que el ser humano sigue en su camino de conocimiento y crecimiento personal. Cada uno de ellos, sea por separado, sea en unión a otro u otros arcanos, establece a través del tarotista una suerte de diálogo con el consultante, cuyos mensajes siempre entenderá éste a despecho de su condición sociocultural… ¡No en vano los arcanos del Tarot aúnan un notabilísimo porcentaje de los mitos de la humanidad, y de muy variadas procedencias! Mitología griega, neoplatonismo, gnosticismo, hermetismo, catarismo, tradición filosófica árabe e índica, cábala judía… Fuentes muy diversas de las que bebe el Tarot, pero que se aúnan en un único y primordial punto en común: el de ser explicaciones al fenómeno de nuestra existencia. Argumentos desarrollados a lo largo de nuestra historia como especie humana que somos, y que, a pesar de las características y variantes dispuestas por cada cultura en su tiempo, brotan de una misma necesidad: dar respuesta a las mismas cuestiones fundamentales.
Sabed que el Tarot es una de las disciplinas más integradoras de todas las creadas por la humanidad. Y que siempre suma, jamás resta. Y que jamás segrega, sino que siempre agrega.
Hablamos, pues, de El Mago en la anterior entrega, y le veíamos como alguien poseedor de los elementos necesarios, incluido el de la voluntad, para ejercer su actividad y edificar su obra. El Mago, confiado en su instinto, no dudaba en seguirlo y rechazaba “perder inútilmente” el tiempo en disquisiciones. Acción sin reflexión, acción en estado puro.
Con La Papisa, en cambio, abandonamos la acción sin intelecto del Mago para ubicarnos en sus antípodas: intelecto sin acto. Mente sin materia. Gestación e interioridad.
Ya vimos que, en numerología, los números impares representan lo masculino, mientras que los pares lo femenino. Si El Mago representa el poder masculino desde su número 1, La Papisa es 2, su sucesivo femenino, y equilibra las fuerzas del primero a través de la reflexión introspectiva. Es La Papisa, pues, alguien que acumula conocimientos, que los incuba, que los medita concienzuda y calladamente, preparándose para la acción futura que llegará en el siguiente arcano, La Emperatriz...
De momento, La Papisa se encara al Mago y le emite este mensaje: “Medita tus proyectos sin dejar de confiar en tus capacidades. Antepón el orden y la armonía a las acciones que te marca tu mente. Sólo así lograrás un bien perfecto resultado: actuando desde un conocimiento equilibrado”.
Así, ante esta carta, el consultante sabrá que su espíritu necesita potenciarse y perfeccionarse, ahondando en los significados trascendentes de la vida, en lugar de permanecer anclado en la superficialidad de la materialidad cotidiana. Sabrá que su alma debe realizar un viaje hacia su interior para adquirir un autoconocimiento más profundo de sí mismo, y sabrá también que debe realizarlo ligero de equipaje, superando miedos y egoísmos, libre del lastre de arquetipos socioculturales y de condicionamientos del ego, urdidores todos de las densas tramas del (pre) juicio de valor que tan a menudo desenfocan nuestra visión del objetivo a alcanzar: la felicidad en la vida. La Papisa nos está diciendo: “Puedes conseguir lo que deseas. Sólo debes atreverte a cruzar el umbral hacia tu autoconocimiento, franquéalo sin miedo y afróntate a ti mismo”.
¿Quién es La Papisa? ¿A quién representa? Encarna al ideal energético del “eterno femenino”, cuyo primer referente (digamos) “importante” adscrito a nuestra tradición judeocristiana es el representado por Isis (nombre griego de la diosa egipcia Ast y que significa trono). A Isis se la nomina "Gran maga", "Gran Diosa madre", "Reina de todos los dioses", "Fuerza fecundadora de la naturaleza", "Diosa de la maternidad y del nacimiento", "Señora de Cielo, Tierra e Inframundo", y un largo etcétera de epítetos en esa línea de vibraciones magistrales. Ella, de hecho, se halla en una vibración superior, muy elevada, y su sabiduría la pone a nuestro servicio como consejo y alimento espiritual para orientar nuestras energías en acción. Se la relaciona con la Luna, con lo oculto, y con los signos de Tauro y Cáncer.
¿Veis el libro que sostiene en sus manos? Es un libro de conocimiento esotérico, de sabiduría remota y misteriosa desvelada para nuestro beneficio. Ese libro tiene, entre sus distintos significados simbólicos, el de ser el anuario de nuestra vida, su registro, su almanaque… Una relación de actos de vida que debemos releer con ojos que nos permitan desentrañar sus secretos, para garantizarnos el éxito de no reproducir errores. ¿Veis su corona? Es la Triple Tiara, icono condensador de las tres potencias del alma: Memoria, Entendimiento y Voluntad. Memoria para evocar informaciones; entendimiento para reconsiderarlas; voluntad para aplicar las positivas enseñanzas espirituales que transmite esta auténtica guardiana de los secretos de la vida. Diosa protectora del conocimiento, su fuerza espiritual y positiva nos habrá de encaminar al éxito en la reflexión. Descubriremos, al seguir su consejo, cualquier valor oculto nuestro, por profundo que se halle, y actuaremos como desmitificadores de nosotros mismos. La Papisa nos imbuye a ser artífices de una reflexión renovadora y siempre previa a la acción que auguraba El Mago, y cuya acción veremos materializarse en el siguiente arcano: La Emperatriz.