El poder de la mente.



“No podemos resolver nuestros problemas con la mentalidad que los ha creado”.
Esta máxima, debida a Albert Einstein, puede completarse con esta otra: “Desarrolla tu mente. La felicidad está en tu interior”.
O, desde luego, el camino hacia ella. Nada ni nadie nos va a sacar las castañas del fuego. Sólo nosotros mismos, con el auxilio de buenos consejos y mejores orientaciones. Basta con que alguien, desde afuera, nos ayude a contemplarnos desnudos ante el espejo, desprovistos de todo disfraz distorsionador de nuestra situación en la vida…
Todos nos vemos obligados a encarar numerosas dificultades exteriores que nos condenan a la infelicidad, a la insatisfacción, al dolor… Vemos cómo nuestros anhelos más íntimos chocan, una y otra vez, contra muros insalvables: rupturas amorosas, malas rachas económicas, enfermedades, insatisfacciones y decepciones…
A pesar de todo, nuestro principal enemigo no son los demás y sus acciones y respuestas sobre nuestra vida, sino que en última instancia somos siempre nosotros mismos. El punto clave está en dilucidar y depurar nuestra reacción ante las adversidades.
Éstas –las adversidades- van a estar (más o menos) siempre ahí, gravitándonos y siempre dispuestas a interponerse en nuestro camino. Cambiar nuestra manera de trabajar las adversidades es un primer paso muy importante: cambiar nos ayudará a salir adelante y, con el tiempo, nos permitirá eludir las dificultades incluso antes de que se produzcan. Esto es así porque desde nuestra propia clarividencia, la de cada uno, la que todos tenemos siquiera sea en estado latente, siquiera oculta bajo erróneas estructuras mentales, sabemos escoger mejor nuestros caminos, nuestros rumbos y nuestros compañeros de viaje.
Si lo que hemos realizado hasta la fecha para alcanzar la vida que deseamos tener no ha dado resultado, es hora de cambiar de estrategia, de probar nuevas vías. Y siempre desde el convencimiento de que merecemos lo que queremos y de que lo vamos a lograr. Literalmente, las dificultades y escollos que encontremos a nuestro paso no deben hundirnos, sino todo lo contrario: deben reforzarnos, deben aumentar nuestra energía y nuestra autoconfianza.
Existe, pues, una forma muy simple y efectiva para cambiar nuestra vida: utilizar el poder del subconsciente. Ahí están los recursos necesarios para hacer de nuestra vida algo mejor: en la mente profunda, la más a salvo de nuestras malas experiencias. Como un cofre oculto que conserva mil tesoros.
En ella encontraremos recursos sin fin conocido para resolver nuestros problemas: enormes activos y grandes capacidades. Encontraremos la seguridad de nuestros deseos y la clarividencia para defenderlos sin duda ni zozobra alguna, suceda lo que suceda.
Conocer y desarrollar nuestros tesoros mentales es el mejor medio para triunfar en la vida. Depende de nosotros encontrarlos, potenciarlos y ponerlos a trabajar en nuestro propio beneficio.
El primer paso es acceder a ellos. ¿Cómo? Desbloqueándonos energética y mentalmente, deseando de veras mejorar nuestra condición. Es decir: estar motivados para desearnos lo mejor. Podemos estarlo. Y podemos creer a pie juntillas, sin tregua ni duda, que un cambio a mejor es posible en la forma de vivir nuestra vida.
De hecho, debemos hacerlo. Nadie mejor que cada uno sabe lo que es bueno y malo para sí mismo.
Un ejemplo práctico: atendí a una mujer que pedía por su relación con un hombre. Éste apareció en mis cartas dándola a ella la espalda para regresar a sus funciones de esposo y padre. Un hombre, pues, casado, que se relaciona con una mujer soltera. Un encuentro de energías con saldos desfavorables para ambos, especialmente para ella.
Mantuvimos media hora de trabajo. A la pregunta de “¿qué te conviene hacer?”, los arcanos se desplegaron en el siguiente mensaje: transmutar y reafirmar. Aconsejaron a esa mujer en primer lugar conectar libremente con su subconsciente y preguntarse qué busca en el amor. “Un hombre libre, serio, capaz de enamorarse sin dobleces ni autoengaños”. Y reafirmarse en ello a toda costa y sin acritud ni resentimientos. Profunda e intensamente. Sin miedos. Sin dudas. Con la profunda convicción de que lo va a lograr y de que se merece lograrlo. De este modo, toda su energía mental y espiritual se concentrará en la limpia firmeza de sus anhelos, y eso será lo que irradie al exterior. Lo creáis o no, esa seguridad tan íntima se proyecta al exterior en dos formas: como escudo defensor de quienes se le acerquen desde su propia longitud de onda energética (personas que irradien energías del tipo “mi mujer no me entiende”, “mi relación me aburre”, “necesito una aventura, aunque nunca la tornaré seria”…), y como longitud de onda energética propia (ella misma irradiará desde su interior energías tipo “quiero una relación equilibrada y seria”, “soy yo quien escoge y decide”, “estoy inmunizada ante todo encantador de serpientes”..).
Tenemos muchísimas oportunidades para no ser víctimas de nuestros propios errores. Aprovecharemos esas oportunidades desde una mente limpia y fuerte. Es tan posible como necesario.

Amor a tres bandas...

Una vez más, se multiplican las consultas a mi Tarot por cuestiones de amor. Unas tras otra, y desde distintos puntos del globo. ¡En Segovia y Nueva York se viven las mismas situaciones de pareja!
Me llama la atención el comprobar la existencia de un modelo de relación muy común a estas consultas, un formato que se repite de una a otra. Lógicamente, detrás de cada consulta hay un ser humano, con sus emociones y sentimientos.
Y esperanzas.
Todos buscamos Amor en esta vida, todos buscamos alcanzar y preservar nuestra Felicidad de la manera más intensa e íntima posible. Todos deseamos y necesitamos estar en compañía de ese “ser especial” que el Destino, o la vida, o lo que sea, se empeña en negar a muchos una vez tras otra.
El formato de relación que ha movido a esas tantas personas a consultar mi Tarot Evolutivo es el de “relación triangular”, que a menudo se relaciona estrechamente con el de “conexión de onda”.
Veréis: el formato es muy sencillo. De seguro muchos de los que estáis leyendo este escrito lo habéis vivido en carnes propias o ajenas.
¡O lo estáis viviendo ahora!
Alguien que busca Amor conoce a alguien que ya lo tiene, pero que no se muestra plenamente satisfecho con él, por una u otra razón: aburrimiento, crisis de madurez ante el compromiso, aversión a la monogamia, desamor simple, etc. Las opciones son muchas, y más en una sociedad como la nuestra, en donde el “derecho a escoger” prevalece netamente sobre “la obligación de trabajar por la mejora”.
Mejora propia y mejora ajena.
A continuación de producirse el encuentro energético entre el primer y el segundo alguien, pueden operarse dos (entre muchas otras) situaciones: la eclosión de un Amor arrebatador, potente y verdadero, que arrasa con todo, o la captación de onda entre las energías de ambos protagonistas de la historia.
Es decir: en el primer supuesto, ambas energías fluyen unidas en una única dirección, aunando sus potencias en aras de la Felicidad.
En el segundo, en cambio, ambas energías caen en una especie de “vórtice energético cerrado”, sin solución de continuidad.
Ni hacia adelante, ni hacia atrás. Esa “captación de onda” viene a convertirse en un auténtico diálogo de sordos, enel que cada uno juega un porcentaje determinado de utilización del otro, más o menos inconsciente si se quiere, pero utilización al fin y al cabo. Cada uno cree ver en el otro lo que le falta, lo que desea, lo que ansía.
El Tarot Evolutivo sirve de mucho en estas situaciones. Siendo que actúa a modo de espejo en el que consultante y asociados puedan verse reflejados, se convierte en un auténtico desenmascarador de engaños y auto engaños.
Quien me consulta llega a darse cuenta de que sí, lo siento, se está auto engañando y está siendo engañado… Una situación que puede resolverse sin acritud y sin miedo al fracaso, sin sensación de frustración o similar.
Sabed que vuestra capacidad de amar, vuestra potencialidad amatoria, es un regalo de vida que deseáis (y necesitáis) fervientemente entregar a alguien. ¿Se lo vais a dar a quien no haga buen uso de él, por más que deseéis (y necesitéis) entregárselo a alguien? Entonces, una vez os deis cuenta de que estáis entregándoos a alguien que no responde como debiera, ni lo hará, y una vez averigüéis los cómos y porqués de su mala respuesta… ¿Para qué angustiarse?
¡Al contrario! Habréis cancelado una vía evolutiva de error, habréis reconocido más y mejor vuestro propio interior y el ajeno, y estaréis más y mejor preparados para defender vuestra posición en la vida.
¡Y hacerlo es SIEMPRE motivo de Felicidad, y vía despejada hacia ella!

Breasal, ¿dios celta o ser extraterrestre?


Sucedió en 1980, en la medianoche del 26 de diciembre. Condado de Suffolk, Inglaterra. Bosque de Rendlesham, a unos 134 km al noreste de Londres. Ese bosque está delimitado en sus extremos norte y sur por sendas bases aéreas de la RAF, muy activas en aquellos tiempos de guerra fría: RAF Bentwaters y RAF Woodbridge.
Los radares de dichas bases militares detectaron esa noche la presencia de un objeto volador no identificado. Un OVNI. Podía ser cualquier cosa, pero fuese lo que fuese, no respondía a los mensajes enviados por radio. A las bases llegaron, además, varias alertas civiles informando de la presencia en el cielo de extrañas luces parpadeantes. Las autoridades militares decidieron enviar una patrulla de policía militar para realizar una investigación in situ.
Los protagonistas de este avistamiento son dos integrantes de esa patrulla: el sargento James Penniston y el aviador de primera clase Jhonn Burroughs. Ambos informaron de haber visto una luz potente y cegadora emanando desde el suelo en pleno bosque. Según dijeron, una vez disipada esa luz, contemplaron atónitos frente a ellos la silueta de lo que parecía ser una nave triangular de color negro, jaspeada por luces azules, amarillas y anaranjadas. Calibraron sus dimensiones en unos 2 metros de alto por 2,75 metros de ancho. Penniston fue el que más se aproximó a la nave, hasta el extremo de tocar uno de sus costados con la mano. Lo tocó y lo sintió caliente. Observó además que el fuselaje de la nave presentaba marcas simbólicas muy semejantes, según pudo estimar, a los símbolos jeroglíficos del Antiguo Egipto. Apenas pasó la mano por el costado de la nave, Penniston sintió que “recibía” en su mente una visión muy clara y definida: la de varios renglones con combinaciones de unos y ceros. La visión desapareció apenas retiró su mano, y lo mismo sucedió con la nave triangular: se despegó del suelo emanando un intenso destello de luz brillante y desapareció por los aires en dirección a la costa.
Obviamente, las autoridades militares exhortaron a Penniston y Burroughs a guardar silencio, y ellos mismos se cuidaron mucho de abrir la boca, so pena de ver sus carreras profesionales y sus vidas personales totalmente arruinadas. Pero tan recio fue su silencio como imborrable la huella dejada en sus vidas por la fabulosa experiencia vivida, especialmente para Penniston, el “receptor” del mensaje extraterrestre. Callar la boca la calló, y lo hizo durante casi treinta años. Pero lo que también hizo fue transcribir a su libreta militar de bolsillo la larga relación numérica que visionó en el bosque, mientras tocaba la nave. De hecho, esa visión permaneció inscrita en su mente durante algunos días: el tiempo necesario para transcribirla. En sus propias palabras, no es que “transcribiese de memoria”, sino que “a partir de una imagen mental” de dichos números, como si alguien sostuviese frente a él un plafón con esa relación numérica perfectamente visible.
¿Se trataba de un código binario? Sí por su aspecto, desde luego, pero faltaba que un experto en programación lo trabajase, en busca de algún mensaje encriptado en aquellas hileras de unos y ceros recogidas por Penniston en seis páginas de su libreta de notas.
Eso sucedió casi 30 años después del encuentro OVNI. Hasta entonces, la relación numérica permaneció transcrita en la libreta de notas del militar, sin que fuese ni examinada ni interpretada. Pero en octubre de 2010 Penniston, ya retirado del ejército y dispuesto a llegar hasta el fondo de aquel lance intrigante, entregó sus notas a Nick Ciske, un programador informático experto en códigos binarios. Éste introdujo los números en su ordenador, los procesó y llegó a este sorprendente resultado:
EXPLORATION [of] HUMANITY
52º 09’ 42.532” N
13º 13’ 12.69” W
CONTI [nuos]
FOR PLANETARY ADVAN [ce]
Es decir: “Exploración de la humanidad continúa para el avance planetario”.
Las coordenadas de ubicación geográfica conducen a otra sorpresa: se trata de la exacta ubicación de la legendaria isla de Hy Brasil. En las antiguas culturas de nuestro mundo son muchas las historias míticas acerca de civilizaciones perdidas, y esta es la muestra de la cultura celta irlandesa.
Atendiendo a la mitología irlandesa de raíz celta, aquí estamos hablando de la isla del dios Breasal, Gran Rey del entero planeta Tierra y que, según la tradición celta, construyó su morada en el otro mundo, siendo ésta denominada “Hy-o-l-Breasal” en su honor. Dicha tradición afirma que su mundo es sólo visible a los ojos de la humanidad durante una sola noche cada siete años, y que sus funciones son las de proteger y orientar a viajeros y exploradores, y servir de enlace de contacto con los espíritus. (Si queréis profundizar en el conocimiento de las deidades antiguas de diferentes culturas, id a este enlace. La página entera no tiene desperdicio: http://www.scns.com/earthen/other/seanachaidh/godgoddess.html ).
Dicha isla debería situarse al oeste y noroeste de la intersección entre las islas de Arán y los acantilados de Moher (en gaélico, “Aillte an Mhothair”, o “acantilados de la ruina”), y hay constancia cartográfica de su existencia en mapas de los hermanos venecianos Pizzigani (1367), del cartógrafo genovés Albino de Canepa (1489), del cosmógrafo y cartógrafo español Diego Gutiérrez (1562), del cartógrafo holandés Lucas Janszoon Waghenaer (1583), del cartógrafo y matemático italiano Giovanni Antonio Magini (1597) y del cartógrafo holandés Joan Blaeu (1617).
¿Porqué las coordenadas de su posición están incluidas en el código binario supuestamente transmitido al sargento James Penniston por seres extraterrestres? Lo veremos en la próxima entrega, pero hay algunas teorías al respecto en un documental del Canal Historia, en cuyo inicio y a partir del minuto 35 se reseña el avistamiento aquí narrado. El enlace: http://www.documaniatv.com/historia/ancient-aliens-t2-10-contactos-alienigenas-video_6fae59e0f.html
¡Feliz visionado!

Energías espirituales.


En este Universo en el que habitamos, ninguna energía se crea ni se destruye, sino que simplemente se transforma. Este principio es comúnmente aplicado al mundo de la materia perceptible a través de los sentidos físicos: esto es, a todo lo captable material y racionalmente.
Sin embargo, si aplicamos ese principio a la realidad de nuestra muerte física, cabe preguntarse ¿a dónde va esa energía vital nuestra una vez fallecemos? ¿Se pierde? ¿Desaparece? ¿Se transforma? Y si es así, ¿en qué y hacia dónde?
No vamos aquí a plantear respuestas a estos interrogantes, pero sí que los vamos a aprovechar para narrar la existencia de un sistema energético humano imprescindible para la existencia del cuerpo físico. Un sistema energético no físico que gestiona la existencia de nuestra fuerza vital o prana, y que se compone de tres partes fundamentales, a saber:
1) Los cuatro cuerpos energéticos o cuerpos inmateriales y sus auras correspondientes.
2) Los siete centros energéticos o chacras.
3) Los canales energéticos o nadis.
Prana, palabra sánscrita traducible como “energía vital absoluta”, “principio vital” o “aliento de vida”, (o incluso “alma”, en el caso del ser humano), es la potencia activa que origina todos los procesos vitales de todos los seres vivos del planeta que habitamos. Se trata, pues, de una fuerza vital universal, indestructible incluso tras nuestra muerte física, pero muy altamente contaminable por los lances propios de la vida. Se manifiesta en múltiples realidades físicas como el calor, el tono muscular, el fluido nervioso y -acaso el más importante-, la respiración…
El plano de consciencia de cada forma terrestre viva depende de la frecuencia del prana que absorba y almacene. En la Tierra, nuestra especie es la forma viva que absorbe las frecuencias más altas de prana. Pero como somos duales, la frecuencia pránica absorbida desde nuestro componente homínido será siempre más densa y baja, más primaria, que la absorbida por nuestra parte humana.
En este sistema energético nuestro, los chacras (en sánscrito, “rueda” o “•círculo”) son una suerte de centros receptores, acumuladores, transformadores y distribuidores de las diferentes frecuencias del prana, mientras que los nadis (palabra sánscrita traducible por “arteria” o “tubo”) son como arterias intangibles que distribuyen el prana entre los chacras y los cuerpos inmateriales. Así pues, todo ser humano, compuesto de cuerpo y mente (realidades tangibles) dispone de centros de control (chacras) de su energía vital (prana) y de canales de distribución de dicha energía (nadis).
Veamos ahora los cuerpos inmateriales, a saber: el etérico, el emocional, el mental y el espiritual.
El cuerpo etérico, “cuerpo físico interior” o “doble etérico”, se corresponde de manera casi mimética con nuestro cuerpo físico. Nace y muere con cada uno de nosotros, y sirve de enlace con los cuerpos emocional/astral y mental, a los que nutre de todas las informaciones recogidas a través de los sentidos corporales. Este cuerpo etérico conecta energéticamente con dos fuentes básicas de energía terrestre, a través de dos chacras: la energía del Sol a través del chakra del plexo solar, y la de la Tierra a través del chacra basal. A través de los nadis y del resto de chacras, dichas energías fluyen de manera constante para nutrir el cuerpo físico. Un bloqueo en el cuerpo etérico, y nos sentiremos débiles orgánicamente e indiferentes emocionalmente. Un cuerpo etérico equilibrado, bien nutrido, nos generará en cambio una fuente de irradiación o aura energética que nos envolverá en un manto de protectora energía vital.
El cuerpo emocional o astral es la sede del carácter, emociones y sentimientos. Su aura tiene forma ovalada y recubre el cuerpo físico como una nebulosa de colores irisados que cambia constantemente de aspecto en función de cada experiencia emocional vivida y gestionada a nivel energético por los chacras (especialmente por el tercero, el del plexo solar). Colores oscuros y densos para angustias y opresiones, claros y transparentes para amores y alegrías.
Si este cuerpo emocional almacena experiencias no liberadas, éstas nos acompañarán en cada sucesiva reencarnación, determinando la visión de la realidad de nuestras vidas actuales. Serán estructuras emocionales inconscientes, e influirán en nuestra vida actual a despecho de lo que determinemos desde la mente consciente.
El cuerpo mental es el portador de lo racional e intuitivo: ideas y pensamientos. Su función originaria, y sin embargo la más desvirtuada en nuestra sociedad, es la de recoger y procesar racionalmente las Verdades Universales llegadas a través del cuerpo espiritual, actuando de enlace entre éste y la vida cotidiana. De este modo, el ser humano llega a ser capaz de vivir su vida del modo más ajustado posible respecto a esas Verdades. De un cuerpo mental que actúe así se dice que “vibra en octava mayor”. Esas “Verdades” son las que nos hablan del origen y destino de nuestra existencia, del verdadero sentido de nuestra vida. Cuando el cuerpo mental se abre al espiritual, todas nuestras acciones pasan a ser conducidas por nuestro yo superior: el que se abre al Amor Universal. Buscad a ese yo superior en lo que os inspira un recién nacido y entenderéis de qué va esto: un amor inocente y puro, a salvo de todo condicionamiento negativo acumulado a lo largo de la vida.
En cambio, apenas utilizamos la mente en ese menester, sino que pensamos en baja frecuencia (octava menor), siguiendo formas mentales ya creadas que generan hábitos e inercias muy áridos emocionalmente. Vivimos muy sujetos a la linealidad del entendimiento racional de nuestra época, muy centrados en nosotros mismos y envueltos por una coraza que nos aísla del exterior. Repetimos conductas, rechazamos cambios y nuevas ideas, nos anquilosamos en lo material y acumulamos infelicidad.
El cuerpo espiritual es el más humano de todos nuestros cuerpos energéticos, pues el hecho de ser el que mayor frecuencia de vibración posee lo convierte en el que más nos distingue como la especie terrestre que somos. Es nuestro único cuerpo inmortal, y en él reconocemos nuestra parte “divina”: el auténtico origen, destino y sentido de nuestra existencia. Para beneficiarnos de su esencia, no es necesario desarrollar una conexión consciente con él al extremo de un iluminado. Basta con abrirnos a sus frecuencias menores para experimentar una gozosa unidad interior con la vida entera en clave de amor, de comprensión, de serena sabiduría. La percepción consciente de la energía de este cuerpo depende en gran medida del estado y desarrollo de nuestros chacras. Lo interesante es que basta con acceder a las vibraciones más bajas de este cuerpo –y, por ende, las más “asequibles”- para bañar de su energía a los cuerpos emocional y etérico, con lo que nuestra vida cotidiana alcanzará una radiante y equilibrada armonía.
Conectar con el cuerpo espiritual nos llevará siempre a reconocer nuestro “yo superior”, que no es sino lo que llamamos “alma”. Alma inmortal, sin límites espaciales ni temporales. Alma que nos conecta con realidades inexplicables e inentendibles desde nuestra condición humana, pero imprescindibles para ella: la existencia divina, su esencia, sus contenidos y significados. Actuando así, viviremos una férrea unidad interior, a salvo de bloqueos energéticos y en contacto permanente con nuestro yo superior. Lo cual es plenamente compatible con una existencia bien anclada a la “normalidad de lo cotidiano”. ¡Y otorga una felicidad a prueba de bombas!

El sueño lúcido.


Los que dedicamos nuestra vida al esoterismo “serio”, exento de folclores mas cargado de “magia”, tenemos siempre muy presente el valor de nuestra mente en el control de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos.
La mente es, de hecho, la puerta más directa a nuestra alma, y conviene aprender a franquearla.
¡Ojo! Control no es “represión” o “sometimiento”. Control es inspección y comprobación, dominio y autoridad, y trabajo activo (de limpieza y sanación, de avance y creación...). ¡Conviene determinar correctamente el alcance de las expresiones que usamos, más allá de su significado habitual!
Todos queremos vivir una vida tranquila y segura, en la que nuestros sueños (amor, salud, trabajo y dinero) se vean cumplidos. La realidad es a menudo otra: a muchos les toca sufrir por no ver cumplidos sus sueños. Y muchos son los que reaccionan mecánicamente a las situaciones de la vida, sin saber cuestionar las estructuras arquetípicas que condicionan sus acciones y reacciones. Con los sueños sucede igual: apenas les prestamos atención, con lo que perdemos su valioso potencial para crecer, sanar y enriquecer nuestra existencia.
El dormir es una suerte de digestión de los acontecimientos de la jornada, en tres planos: corporal, mental y espiritual. Ocupamos en ello una tercera parte de nuestra vida. Y al dormir, soñamos. Para la psicología, soñar es abrir una ventana al inconsciente, sin la mediación de los filtros mentales activos durante la vigilia. Para la espiritualidad, los sueños son el vehículo de mensajes recibidos desde planos superiores, propios (alma) y ajenos (divinidad).
A medio camino entre ambos puntos de vista, diremos que nuestro cuerpo emocional (sede de las emociones y de los deseos, que a su vez son la materialización de nuestros pensamientos) se expresa a través de los sueños. Los sueños son, pues, campo de expresión y de trabajo del alma, y a ellos podemos llegar a través de la mente.
¿Cómo? A través del sueño lúcido.
¿Alguna vez os habéis dado cuenta de que estabais soñando mientras estabais soñando? El sueño lúcido es aquél en el que el soñador mantiene viva la conciencia de estar soñando y la capacidad de interactuar en ese sueño, hasta el punto de manejarlo a su antojo.
Sueños de este tipo son muy útiles para hacer limpieza en nuestro cuerpo emocional profundo, pues se convierten en escenario de acciones inspiradas por las necesidades del alma. La puerta de acceso es la psique, pero luego, una vez conectados desde el sueño con nuestra energía emocional profunda, es esta la que “toma el control” del sueño, alterando la locación, los personajes, las acciones y los argumentos del sueño.
Para quien padezca de alguna “enfermedad del alma”, el sueño lúcido supondrá una plena capacidad terapéutica sobre sus males, por ocultos que estos sean. Logrando la interactuación entre mente y espíritu, el sueño lúcido trabajará para nosotros en ambos planos.
La capacidad del sueño lúcido es inherente al ser humano. Sucede que la madurez nos induce a la incredulidad, y ésta nos lleva al “olvido motivado” de esa capacidad, que todos poseemos. Para quienes vivan en ese “olvido motivado”, este tipo de sueños pueden realizarse a través de la práctica organizada, o bien mediante hipnosis. Quien escoja la primera opción, hará bien en aprovechar una buena sesión de reiki sanador para sus primeras prácticas.
Una buenísima primera lectura es el tratado Los sueños y cómo controlarlos (1867), obra pionera en la materia y debida al sinólogo francés Léon d’Hervey de Saint Denys. Si queréis una interpretación racional al sueño lúcido, leed sobre la Técnica MILD (Mnemonic Induced Lucid Dream, en castellano Inducción Mnemónica de Sueño Lúcido). Se trata de la tesis doctoral (1981) del científico Stephen LaBerge (Universidad de Stanford). De hecho, no es sino una visión científica de la proyección astral o “desdoblamiento”, proceso en el que la conciencia o cuerpo etéreo abandona el cuerpo físico o denso, manteniéndose unido a éste a través del “cordón de plata”. Leed Historia de Rampa. El cordón de plata, del monje budista británico Lobsang Rampa. Un manual más llano y al alcance de todos: El sueño lúcido, de Consuelo Barea.

El Yo que observa.


Un ejercicio muy útil y sencillo para cuando nos sintamos presa del dolor emocional.
Ahí va.
Se trata de delimitar e identificar dos partes en nosotros mismos: el Yo que vive y el Yo que observa.

El Yo que vive no puede observarse a sí mismo: se limita a actuar desprovisto de autocontrol y valoración objetivos.

El Yo que observa ve desde afuera esas vivencias, y puede calibrarlas de manera objetiva y sanadora.

Suena exótico y raro, pero sólo en tanto que se trata de algo infrecuente en nuestra cultura. Por norma general, solemos vivir nuestras emociones desde nosotros mismos, sin levantar la vista del suelo y unidireccionados por una suerte de “orejeras espirituales”. La vista clavada ora en el suelo, ora enfrente nuestro, pero desprovistos de una visión periférica -y más aún distancial- respecto a nosotros mismos, a nuestra propia vida.
Nuestro Yo observador es una suerte de voz y guía interno que nos ayuda a ser conscientes de nuestro sufrimiento emocional, y de su verdadero alcance. Quienes practiquen reiki y hayan experimentado “salidas del cuerpo” entenderán este concepto, pero no es necesario llegar a esos “niveles” de experimentación energética y espiritual para encontrar a nuestro Yo observador y entender su mensaje. Una vez más, la propia mente es nuestra gran aliada en este sencillo ejercicio de sanación.
Consideraos a vosotros mismos observados a distancia por vosotros mismos. De entrada, estaréis fuera del alcance de vuestro particular vórtice negativo. Veréis a vuestro ego y veréis a vuestra personalidad externa como un envase de vuestra alma grotescamente deformado. Y viendo los males que os afligen, os sentiréis no ridículos, pero sí enternecidos por los males que os afligen y por vuestra necesidad de sanación. Una sanación que está tan lejana para el Yo que vive, como próxima para el Yo que observa…
Y os daréis cuenta de que todo va bien. No en vano ese Yo observador que habita en nuestro interior atesora el secreto de nuestra armonía interna. Él es el más cualificado para advertir nuestra inarmonía externa: la de nuestras emociones, la de nuestras ideas y conceptos, la de nuestras decisiones…
Y advertiréis que, aunque tengáis asuntos problemáticos que resolver, el simple hecho de estar vivos y de poder estar ahí, en el Mundo, dispuestos a trabajar por la sanación de vuestra vida, es ya un regalo en sí mismo.
Habrá quien aprenda con este ejercicio que no necesita rodearse de bienes materiales para ser feliz en tanto que reconocido socialmente, y que las orejeras del auto o de la torre no merecen arrastrar el pesado carro de la hipoteca… Habrá quien resuelva al fin el desamor que tanto le pesa, advirtiendo que el amor es cosa de dos y que, si el otro no quiere, es mejor pasar página y guardar las buenas experiencias vividas juntos… Habrá quien entienda que la muerte de un ser querido es Ley de Vida, y que debemos resurgir de nuestro dolor para alentar su recuerdo y pedir por el bienestar de su alma, evocando y agradeciendo los bienes que ese ser humano nos reportó en vida…
Quizás todo quede resumido en esta máxima: el Yo que observa enseña al Yo que vive el significado de amarse a uno mismo, y esa es la base obligatoria para amar a los demás.
¿No os sirve? Ampliad entonces la altura de vuestro Yo que observa y visualizad, por ejemplo, a los niños de Somalia que ahora, mientras leéis estas palabras, están muriendo de sed y hambre; y a sus padres, impotentes en la dramática experiencia de ver morir a sus hijos entre sus propios brazos, o abandonados en la linde de un camino polvoriento cualesquiera… Alguno dirá que “Mal de muchos, consuelo de pocos”, pero esa máxima es un arma cargada por el mismísimo diablo.

Odio y sufrimiento emocional.


Si no sientes amor en tu interior, si no sientes una suave alegría en cada momento de tu vida, ten por seguro que hay algo que no te anda del todo bien. Quizás tu estado psicoemocional te está llevando a sentir odio hacia alguien que te ha hecho algún mal, y esa actitud tuya será todo lo comprensible que se quiera a la luz de nuestro estilo de vida, pero en ningún caso es justificable.
Desde nuestra condición homínida, el odio y la agresividad juegan un importante rol de supervivencia, pero se trata de un mecanismo de respuesta tan limitado que no nos merece, pues por nuestra condición de seres humanos somos mucho más que eso.
Sentir odio hacia quien nos ha hecho mal sólo nos lleva a sufrir mientras odiamos, pues con nuestra respuesta perpetuamos y aumentamos nuestro daño recibido. El odio es una de las peores formas de autocastigo. Cuando sentimos odio hacia otro somos nosotros los que estamos sufriendo. Creemos castigar con nuestro odio a quien odiamos, pero en realidad nos castigamos a nosotros mismos.
Tomemos en consideración una frase muy conocida en nuestra cultura occidental: “poner la otra mejilla”. Todos sabemos que es una máxima cristiana, que no católica, y muchos serán quienes a la vista de realidades como el Vaticano o la hipocresía de la doble moral católica la descalifiquen. No es el caso hacerlo. Aquí queremos únicamente aclarar el significado de ese mensaje. Más allá de su sentido estrictamente físico, “poner la otra mejilla” supone mostrar el otro plano emocional como respuesta a una agresión externa. No el del odio, sino el otro: el del bienestar. Si alguien me provoca, si alguien me ofende, me ataca, me insulta, me engaña, yo elegiré mantener mi bienestar interior, mi equilibrio emocional.
Dejar de odiar es sencillo. Propongo un sencillo ejercicio de reflexión y condicionamiento mental en tres fases. Sirve para detener el odio, pero es aplicable a cualquier otro tipo de sufrimiento emocional.
1) Observarnos a nosotros mismos a distancia para observar así el odio que estamos destilando. Darnos cuenta de que odiamos.
2) Escoger libre y decididamente dejar de odiar, sabiendo que esa actitud será beneficiosa para nuestra vida.
3) Desterrar toda justificación contraria. No pensar que es difícil, no pensar que es imposible, no pensar que no seremos capaces de hacerlo.
En realidad, no es menester avanzar por el tortuoso camino de la Iluminación para llegar a dominar estas técnicas de autosanación. Basta con aplicar un control mental mínimo y seremos capaces de eliminar nuestra dependencia emocional de toda aquella situación cotidiana que nos genere dolor y sufrimiento. El poder de la mente es mucho. Aliada con el alma, es aún mayor. Basta con controlar nuestra mente y hacerla transitar por determinados cauces espirituales para lograr un control y un desarrollo de nuestro universo emocional.

La Ley de Atracción.


Todo pensamiento vibra. Todo pensamiento irradia una señal. Todo pensamiento atrae una señal que se corresponde con él.
Todo pensamiento humano es una forma de onda energética y, como tal, vibra de un determinado modo, hasta el punto de ser captable incluso más allá de su estricta verbalización, y de ser respondido por otra señal emitida por otro ser humano que, por norma general, se corresponderá con la nuestra.
Hablamos de la denominada “Ley de Atracción”.
La Ley de la Atracción postula que “Todo lo que se asemeja entre sí, se atrae entre sí”. Es decir: que todas aquellas energías vibracionales de pensamiento que concuerden entre sí, tenderán a reunirse. Por decirlo de algún modo: piensa en verde y serás captado y respondido por quien piense en verde, tú mismo incluido.
Ese “pensar en verde” representa tu “Punto de Atracción”.
Tu Punto de Atracción, representado por cualquier realidad de la vida a la que prestes tu atención, te llevará a emitir una vibración energética de pensamiento sintonizada con esa realidad. Como si sintonizases un aparato de radio en la frecuencia que emita lo que deseas experimentar. Si tu interés se decanta por la música blues, por ejemplo, sintonizarás la frecuencia de aquella emisora que emita música blues. O noticias. O deportes. O cualquier otra realidad mundana.
Sustituye “blues” o “deportes” por “amor” o “estabilidad económica”. O por “desesperación” o “angustia”. Por lo que tú desees. En cualquier caso, ese aparato de radio eres tú. Tu mente. Y las personas con las que te relacionas desde tu “emisora personal”, tus oyentes. Seguirán tu emisora, y llamarán a ella para interactuar contigo en tu misma onda vibratoria de emisión.
Según la Ley de la Atracción, pues, atraes hacia ti la esencia de lo que ocupa tu pensamiento, por lo que tu experiencia vital cotidiana reflejará fielmente lo que tengas en la cabeza, que no será necesariamente lo que guardes en tu alma.
La clave para atraer hacia tu experiencia vital aquello que deseas es simple: basta con alcanzar una armonía vibratoria con lo que deseas en tu vida. Si piensas ante todo en lo que no deseas, y más aún si lo que no deseas es lo que estás viviendo, tu experiencia vital reflejará aquello que rechazas y/o vives y se estancará en ello. En lo que te hace daño. Emitirás tu dolor, emitirás tus miserias, y te perpetuarás en este estado…
Y aún peor: atraerás de los demás el mismo estado. O se aprovecharán de ti, de tu estado de debilidad.
¿Cómo cambiar esto? Siguiendo a tus emociones. Ellas son un excepcional sistema de guía para mejorar tu vida. Si eres consciente de ellas, sabrás delimitar el alcance de lo que no quieres en tu vida, y bastará entonces con “mirar al otro lado” de tus males. Como si tu misma vida fuese una moneda. En uno de sus lados está tu onda vibratoria negativa. Supón que estás viviendo encarado al lado negativo de esa moneda. Y que en el otro está la parte positiva. Dále la vuelta mentalmente y observa qué hay.
Presta atención no a lo que va mal en tu vida, sino a lo que deseas que vaya bien en ella. Si prestas atención a lo que sientes y lo que sientes es negativo, estás perdido. Si prestas atención a lo que necesitas para ser feliz y a lo que sentirías siendo feliz, entrarás en la onda de tus necesidades cubiertas. Haz entonces que tus pensamientos se bañen en esas limpias aguas, y verás lo que sucede. En primer lugar, habrás logrado conectar con tu deseo a nivel anímico, en lugar de con su ausencia. Pasa entonces al nivel mental. Cuando tus pensamientos compartan el nivel vibratorio de tu deseo, empezarás a sentirte realmente bien. Por el contrario, si te limitas a vivir en tus vibraciones negativas, nunca superarás la ausencia de lo deseado y seguirás anclado en la frustración, en el desánimo, en la depresión, en el pesimismo…
Piensa ahora en el “ello” que precisa tu vida seca, tu vida triste, tu vida transida de dolor y frustración… Cuanto más piensas en ese “ello”, más vibras con y como ese “ello”; hasta que paulatinamente lo haces tuyo, lo incorporas a tu esencia, te fundes en él y lo atraes hacia ti, hacia tu cotidiana realidad. No hay explosiones, no hay iluminaciones, no hay misticismos… No tiene porqué haberlos. Hay un proceso de cambio natural y firme, muy sólido. Sencillamente, estás conectando con tu Luz interior paras iluminar aquél “ello” que habita en ti, aunque sólo sea al principio como simple y llano deseo atesorado por la naturaleza de tu alma humana.
El deseo es muy poderoso. Si deseas algo que no tienes y toda tu atención mental se centra en el hecho de que no lo tienes, seguirás sin obtener lo que deseas, pues la Ley de Atracción seguirá actuando según la vibración (negativa) del hecho de no tenerlo. Ese deseo se hará realidad a medida que cambies tu vibración, pues tu nueva vibración atraerá nuevas realidades. Sencillamente, harás que tu vibración y tu realidad coincidan. Serás tú mismo quien propicie tu realidad a través de tu pensamiento. Sólo tienes que bucear en tu alma en busca de tu vibración clara, limpia, positiva. Todos la tenemos. Tú la tienes. Ancla luego tu pensamiento a esa realidad deseada que anida en tu alma y sigue viviendo tu vida. No ocurrirá en ella nada que tú mismo no hayas propiciado a través de tu pensamiento.
Piénsalo. “Lo semejante se atrae”. Para obtener lo que deseas, la vibración de tu ser debe corresponderse con la vibración de tu deseo. Tus deseos deben vibrar al unísono con tus pensamientos, con tus creencias… Con tu energía mental. Y ésta debe primero depurarse de todo lo negativo, y para ello sólo es preciso conectarla con tu alma. La mente habita entre tu ser y tu alma. Tu alma desea lo mejor para tu ser. Hazlos conectar a través de la mente y verás cómo cambia todo a mejor.
Un último apunte, este sobre las vibraciones.
Todo vibra, ese es el principio máximo de nuestra existencia. Vibra el Universo entero, y vibramos todos y cada uno de nosotros. No intentemos entenderlo, es algo que supera a nuestra capacidad homínida. Busquemos sólo fundirnos a ello: actuar así es propio de nuestra capacidad humana. Esa armonía inexplicable que rige el Cosmos es extensible a nuestras vidas, pues nosotros formamos parte de él. Incluso de cualquier choque entre elementos del espacio surge un nuevo orden y armonía. Lo mismo sucede en nuestras vidas. Nosotros somos seres vivos y pensantes, y podemos variar nuestra onda vibracional y evitar así el choque, el caos y la destrucción, o superarlo si se produce, generando una nueva armonía después del colapso.
Basta para ello con atender a nuestra energía anímica, fuente y producto de Vida y Amor, teñir de ella nuestra mente, y seguir adelante con la emoción que otorga el hecho de estar vivos.
¡Inasequibles al desaliento!

El poder del poder.


En nuestra sociedad actual, uno de los valores más en boga es el de la adquisición de poder. A más poder ostente un ser humano, más bienes materiales podrá adquirir. Y esos bienes materiales, hoy en día y aquí en nuestro mundo, suponen más felicidad y autorrealización. Como importa más el tener que el ser, y como se es según se tenga, si queremos ser valorados necesitamos adquirir más poder, pues cuanto más poder tengamos, más bienes materiales podremos obtener, así como más valoración propia y ajena. Nuestra ascensión a las altas cumbres de la valoración social vía materia poseída parece, pues, no tener freno.
Y es que en España (vamos: en occidente en general) hemos convertido la riqueza material en objetivo “por derecho” de nuestro inviolable derecho a la libertad. Entendemos por libertad la ausencia de obstáculos para cumplir nuestros deseos individuales y ser felices. Y como somos libres para ser felices, ¡ya está la confusión servida! De quien la felicidad dependa de “poseer poder para poseer bienes materiales”, no podemos afirmar que luche por su (inviolable) libertad, sino que por su (punible) deseo de mayor poder, caiga quien caiga y sufra quien sufra.
Así las cosas, muchos de quienes se dedican hoy día a la política proclaman estar propulsados hacia el poder por el motor de servir al beneficio colectivo desde las instituciones del Estado democrático. Pero al parecer, y visto lo visto, una vez obtenido ese poder, el ya dirigente no se preocupa tanto por el bien de la polis como por el bien de su ego. Y su ego habita en su bolsillo. En su cartera. En sus cuentas corrientes.
Así explicaríamos, por ejemplo, que cierto ex ministro vetase la compra de nuestra eléctrica Endesa por parte del grupo alemán Eon en aras del bien común de los españoles, y que a los pocos días se ultimase su adquisición por parte del grupo italiano Enel… ¡en donde trabaja ahora como asesor con un sustancioso sueldo de 10000 euros mensuales!
Esto es “un ejemplo más” de la aplicación de este razonamiento: “Tengo libertad para obtener mi riqueza material, fuente de mi felicidad; tengo poder para obtener esa riqueza material. Puedo, pues, ser feliz. Y los demás, ¡que se j…!”.
Traigo a colación a este individuo por sorteo a mano ciega entre una lista de 25 candidatos a arquetipos de prohombre político del siglo XXI. Si vieseis la lista… El que no es ladrón es lerdo, o ambas cosas a la vez. Pero en fin… Los ejemplos de esta absurda carrera por el poder por parte de políticos al servicio de la comunidad son muchos. El salario mínimo interprofesional está ahora en 624 euros mensuales, y para jubilarse con el 100% de la pensión cabe cotizar un total de 35 años… Un diputado, en cambio, y en aras del poder que ostenta, percibe mensualmente 3.996 euros, y con dietas y otras mandangas alcanza los 6500 euros al mes. ¡Y le bastan 7 años cotizados en el cargo para cobrar la pensión completa!
Bien. ¿Y por qué lo permitimos?
Como lo importante en política parece ser más la apariencia que el resultado, más el continente que el contenido, y como es tanto el valor de la imagen pública de un dirigente político, ésta se convierte en salvaguarda de quien la ostenta, a despecho del valor intrínseco y real de su actuación como hombre público. Una vez más, respetamos a quien ostenta el poder más por su imagen que por sus resultados en el ejercicio de dicho poder.
Y es que repito: el valor de un ser humano ya no es un atributo intrínseco que se posee por el mero hecho de ser, sino que por el de tener. Hemos así perdido la dignidad de ser, extraviada en las veleidades del mercado de valores… No en vano quienes han salido a la calle a protestar por la situación económica del país se autodenominan “indignados”. Han perdido su dignidad como ciudadanos, y no están (estamos, de hecho) conformes. E indignados están muchos millones de conciudadanos, aunque no salgan a la calle ni peinen rastas.
En resumen: fama, dinero, influencia… Ese es el objetivo de quienes creen que, sin poder, no somos nada. Sólo el poder les aporta la seguridad que tanto anhelan como seres humanos: el poder del dinero.
Sustentar la búsqueda de la felicidad sobre el dinero, la riqueza y el poder genera frustración. No a bote pronto, quizás, entre quienes ya son ricos a costa de la masa social, pero sí desde luego en esta.
Desde el Tarot Evolutivo aportamos nuestro granito de arena para, al menos en lo espiritual, cubrir los vacíos existenciales a que nos aboca nuestro (absurdo) sistema de vida.
¡Estamos en ello!

El apego.


Si buceásemos en las profundas aguas de nuestra realidad egoica buscando los motivos de nuestros sufrimientos, encontraríamos uno muy principal: el apego. Un estado psicoemocional que nos impele a vincularnos compulsivamente con una realidad determinada, en la creencia de que sin vivir en esa realidad, no nos es posible lograr la Felicidad.
Así, nuestra propia mente nos dice: “No puedes ser feliz si no tienes esto o lo otro”; “si tal persona no te ama”; “si no tienes un trabajo seguro”; “si no tienes dinero”; “si estás solo”; “si los otros actúan así o asá contigo…”.
“No puedes ser feliz si....”.
Muchos de mis consultantes llaman angustiados por sus dificultades en disolver sus apegos a realidades amorosas positivas, pero que ya no existen como tales en sus vidas… Una incapacidad que les atrapa en un estancamiento doloroso e insatisfactorio. A mi Tarot llegan muchas personas que, buscando el Amor, intentan recuperarlo en brazos de antiguos amantes. Guiados por el apego a un esquema relacional que antaño fue válido, buscan recuperar el amor perdido con una persona del pasado.
Y su mente les dice: “Fuiste feliz estando con XXX… ¡Recupéralo!”.
Sus dificultades empiezan a desaparecer cuando mis Arcanos les indican que, para avanzar en su vida, deben “soltar lastre” y deshacerse de lo viejo, logrando así liberarse de los males que su enganche a cualquier realidad ya caduca les reporta. ¡Cuando nuestra realidad cambia, sólo quien es capaz de dejar atrás lo viejo no se queda rezagado en la senda hacia la Autorrealización y Felicidad más absolutas!
En contra de lo que nuestra cultura nos enseña, nuestra vida no se organiza en estructuras estáticas y permanentes, sino que se compone de ciclos evolutivos. ¿De fracaso y de éxito? Desde luego. Pero a un nivel más profundo y equilibrado, aquí hablamos de ciclos de aprendizaje. Es un proceso tan natural como inexorable.
Cuando uno de esos ciclos se completa y todo lo construido en él se derrumba, nuestro ser más íntimo se fragmenta en una difícil dualidad: de un lado lo que tenemos, de otro lo que deseamos tener (esto es, lo que tuvimos y queremos seguir teniendo). Se rompe nuestra relación de pareja, perdemos un trabajo, pasamos una crisis cualesquiera y nos fragmentamos en lo más íntimo, cayendo en un estado de dolor y angustia, insatisfacción y miedo…
Diréis: “Es lógico. Es natural”. Y sí, pero…
Pero la mente, a caballo del apego, nos hace incapaces de asumir la pérdida y nuestra vida se convierte en una desesperante zozobra. Esa fragmentación del ser íntimo puede ser reconducida hacia la recuperación de la unidad de nuestro ser. Si algo bueno se acaba, podemos tener fe en buscar algo mejor, pues mejores seremos nosotros mismos una vez aceptada la pérdida, digerida y superada en clave de Luz.
¿Cómo hacerlo? Aprendiendo a reconocer la lección evolutiva que cada lance vital nos determina. El poder de nuestra mente nos aporta la sabiduría necesaria para aprender una nueva lección de nuestro “fracaso” y seguir adelante mejorados y sin mirar atrás. El poder de nuestra alma nos aporta la Luz necesaria para sanar las heridas del ego producidas por el “fracaso” que nos supone el derrumbe de nuestra estructura vital y, a través del perdón compasivo a uno mismo y a los implicados en el “fracaso”, seguir adelante mejorados y sin mirar atrás. Sin acritud ni odios. Sin rencor ni rencillas para con nadie, incluidos nosotros mismos. Cortar los lazos del pasado y limpiar sus efectos negativos en cuerpo, mente y alma...
Para ser nosotros mismos los redactores de nuestro destino, pues, es preciso aplicar un control mental que nos permita eliminar toda aquella dependencia emocional causante de dolor y frustración, limpiando nuestra alma de oscuridad y desbloqueando su Luz natural originaria, que no es otra que la Luz del Amor. De no contar con ese control mental, nuestra conducta y reactividad emocional dependerá de que “cumplamos” con el modelo de vida al que permanecemos anclados a través del apego.
¡Nosotros mismos, desde el descontrol de nuestra mente, podemos llegar a ser nuestros peores enemigos!
Piensa esto: si vives adscrito al apego, la infelicidad estará en ti, la llevarás dentro y la alimentarás tú. Tu mente está programada para generarla a través del apego. Puedes ser esclavo de tus propias creencias, te tiranizan porque consideras lógico y “normal” pensar así (incluso “natural”), y vivir desde esos pensamientos negativos. Preocupaciones, ataduras, miedos, inseguridades, sentimientos de culpa… Toda esa maleza conceptual recubre el muro que tu propia mente ha levantado entre tú y la Felicidad, y te impide verlo.
Ese muro es el apego.
Derriba ese muro. Siempre hay algo que aprender. Siempre hay una razón positiva para cada una de las situaciones de nuestra vida. Y ninguna realidad es inmutable. Ni siquiera nosotros mismos lo somos. Podemos realizar un trabajo consciente y ordenado que nos lleve a liberarnos de las ataduras del pasado y así, ligeros de equipaje, continuar nuestro viaje por la vida en pos de un nuevo amanecer.
¡Y decidir así si vamos o no a ser felices!

¡Un humano que triunfa!


Hoy he recibido a un nuevo consultante atrapado en una realidad que le insatisface. Un hombre digamos llamado Francisco. Llamaba desde Vitoria, por ejemplo. Esposa, descendencia… Homosexual atrapado en una elección errónea… Llamó muy angustiado: conoció a un hombre que ha supuesto la llave necesaria para abrir su particular Caja de Pandora. Pero ese hombre ha desaparecido de su vida, asustado por el estallido de amor de Francisco…
Francisco: mi Tarot Evolutivo te dice que tus pensamientos son capaces de adquirir forma física, de hacerse realidad. Sólo necesitas aunar a la potencia de tu mente la potencia de tu alma, la energía más íntima y pura a disposición de nuestra especie.
Y esa energía no es otra que el amor. Sólo el amor es terapéutico, pues todo lo que genera dolor en el ser humano, todo lo erróneo en nuestra vida, viene de la falta de amor. Así como el alimento es necesario para el cuerpo físico, el amor es imprescindible para el cuerpo emocional. ¡Para el alma! El cuerpo no puede sobrevivir sin alimento; el alma no puede sobrevivir sin amor. Sin amor, o en un amor equivocado, falso, caduco, muerto, la energía se bloquea, y la propia vida cotidiana (la que llamamos “normal”) se convierte en un obstáculo para la vida más auténtica y real (la que llamamos “utopía”).
En nuestra cultura, del alma sólo nos acordamos en el umbral de nuestra muerte física. Y, en cambio, no nos damos cuenta de que el alma sirve para el amor, pues nace del amor y para el amor. No desde luego para el amor físico, para el estrictamente sexual. El sexo a secas es la forma vibracional más baja del amor: un simple contacto físico de raíz homínida. Una relación simplemente sexual, sin amor, sin intercambio de energía anímica, induce a un sentimiento de culpabilidad, por más que nuestros actuales arquetipos nos hurten a su alcance en aras de conceptos en boga hoy día como “hedonismo”, “libertad sexual” o “revolución sexual”. Y no hablo así porque lo diga nuestra extraviada Iglesia Católica o cualquiera otra igual de perdida que ella, sino porque en ese tipo de encuentros, toda la potencia espiritual humana queda relegada, fuera de juego. Como si en ellos te redujeras a ti y a tu pareja a una simple “cosa” que usas y desechas.
¿Y cuál es su forma vibracional más alta? La compasión. El sentimiento de conmiseración que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias. Una suerte de solidaridad activa para con aquellos que sufren, incluidos cada uno de nosotros mismos. Amar al prójimo como a uno mismo. Amarse a uno mismo como al prójimo.
(¿Os imagináis por un momento si la poderosa energía del inconsciente colectivo fluyera al unísono por el cauce de la compasión? El mundo entero se convertiría entonces en un paraíso de amor generado por un auténtico acto de fe: el de convertirnos en una única fuerza curativa, capaz de acabar con toda la miseria de este mundo).
El amor, por su parte, se sitúa a medio camino del sexo y de la compasión. Se trata de la mezcla perfecta de la energía física con la espiritual. Pues si hay amor, entonces hay gratitud. Hay entrega. Hay respeto. Hay magia. Sabes que tu acompañante tiene un alma, y compartes la tuya con la suya. Ahora bien: dar implica recibir, y ese es tu gran riesgo ahora, querido Francisco. Si tu amante, ese que te ha impulsado definitivamente a reconciliarte con tu homosexualidad y a luchar por ella, a vivirla al fin en todo su magnífico esplendor amoroso (que no simplemente sexual), no te devuelve lo que tú le das, no te da lo que tú le pides en (para ti) justo intercambio a tu entrega y a tus necesidades, a tus sueños, a tus anhelos, la energía de tu deseo frustrado, bloqueado, se convertirá en un fuego abrasador que te reducirá a cenizas, en un vórtice vertiginoso que te engullirá en el dolor y la amargura...
¿Involución ahora que estás al borde de evolucionar? ¡No!
Siendo que en ese amor depositas tus ansias y esperanzas de liberación, de autoafirmación, de felicidad en un amor vivo y para ti real, te digo: sube un escalón en tu desarrollo como ser humano espiritual. Abandona los dictados de tu mente, las órdenes de los arquetipos socioculturales, la ira y el miedo, la duda y la zozobra que genera en ti la desaparición (temporal) de tu amante libertador, y ten compasión.
Compasión de ti mismo. Compasión de él.
Si la compasión es la forma más elevada del amor, en la compasión te sentirás agradecido por haberte dado a él, y por haberte tomado él. Y viceversa. Os disteis y os tomasteis el uno al otro, y ese acto de entrega compartida, sin esperar nada a cambio, quizás para él haya sido una intensa aventura pasajera, quizás le haya supuesto (de momento) una excesiva responsabilidad, pero para ti ha supuesto la caída de la venda que cerraba tus ojos a tu realidad amorosa.
Si él te entrega lo que esperas de él, vivirás un sueño hecho realidad. Si él no te lo da, no hay problema, puesto que tú no le entregaste tu corazón a cambio de algo. Se lo entregaste a cambio de nada: por puro y simple amor en su grado sumo. Amor a ti. Amor a tu verdad. Y amor a él. Y, con todo, es mucho lo que ese hombre te ha entregado ya: la llave a tu propio interior oculto, encerrado. La llave a tu realización. A tu plena felicidad.
¿Y qué importancia tiene entonces el qué dirán? ¿La posición económica? ¿El metraje de tu futura vivienda, una vez te hayas separado –con respeto, con amor, con compasión- de tu esposa? Cualquier dificultad material que vivas a partir de ahora, reencontrado al fin contigo mismo, será vivida desde tu energía más pura, totalmente desatada: el AMOR.
El resto es, como suele decirse, mera infraestructura.
¡Vive tu fuerza!

Lo pequeño es hermoso.


Tuve ayer la consulta de una madre cuyo hijo veinteañero, padre de un querubín de dos años y medio, pasa el tiempo libre enganchado a la Play-Station en lugar de jugar con su hijo… ¡Y viven en una casa de monte, en plena Naturaleza! Ese hijo, ya un hombre por edad, ha crecido en los valores de nuestra actual visión “racional” de la vida, que no espiritual… La madre suponía que su hijo fuese víctima de un trabajo de magia negra, y razón no le faltaba. El “hechizo” del que su hijo es víctima es educacional. Tiene que ver con nuestra escala de valores.
Mi Tarot es Evolutivo, se basa en el trabajo personal de cada uno. Por eso, siempre busco apoyar los mensajes de mis Arcanos ofreciendo un nuevo camino práctico que cada uno se trabaje para sí mismo y los suyos. Los mensajes de mis Arcanos acerca de este joven hablaban de estancamientos materiales que impiden cambiar de vida y mejorar (El Diablo boca abajo y El Arcano Sin Nombre), y recomendaban una profunda transmutación personal, un nuevo acercamiento a nuestra forma de entender la vida (Juicio y Carro invertido). Completé los mensajes de mis Arcanos con la recomendación de un par de lecturas sencillas y concretas, y luego pedí a un buen amigo, ecólogo y maestro taoísta, que visitara a esta familia como mensajero aportador de una nueva filosofía de vida.
Alguien dirá…
Alguien dirá ¿qué tienen que ver Tarot y pensamiento alternativo? Fácil. El ser humano sólo tiene sentido como integrante de una vasta red de relaciones, y no como sujeto individual. En contra de la percepción individualista de nuestra cultura occidental, no estamos solos. Cada cosa que hacemos, por pequeña que sea, tiene repercusión en el colectivo social. Y la vida no se mide sólo en términos de beneficios económicos y posesiones materiales. También están los beneficios espirituales, los que redundan en un beneficio humano no medible con la vara estrictamente homínida del dinero.
Atravesamos una crisis sistémica global… ¿Porqué no reconocer y difundir que ha llegado ya el momento de reaccionar? ¿Porqué no reorientar nuestra vida hacia nuevos pensamientos como “lo pequeño es hermoso”? ¿Porqué no revalorizar la Naturaleza y sus valores, nuestro propio hogar al fin y al cabo? Si nos relacionamos con ella, si aprendemos de ella, captaremos la auténtica magia de vivir. Y el sentido de la vida no es cuantificable. ¿Qué precio en dinero tiene el canto de un pájaro? ¿O un bosque? ¿O un río? ¿O la sonrisa de un niño, de nuestro propio hijo?
Un apunte sobre la educación.
La ostentación social, yacente en la base de nuestro consumismo, conlleva una explotación desmedida de recursos naturales y una atomización de la cohesión social. Sin cohesión carecemos de la solidaridad necesaria para darnos cuenta colectivamente de que avanzamos por el camino de la autodestrucción… ¡sirviendo a los intereses de individuos tan anónimos como nosotros, aunque aparezcan en televisión y dispongan de un lujoso automóvil, oficial o privado!
Limitar la experiencia de un niño a nuestro entorno artificial de base consumista está causando en nuestros hijos problemas reconocidos de obesidad, depresión, ansiedad, falta de atención, ausencia de cultura del esfuerzo, pobreza general en los valores morales imprescindibles para mantener vivo el ideario del crecimiento sostenible. ¡Muchos padres ni siquiera lo conocen! ¿Cómo romper esta cadena?
Imaginemos que logramos obligar a las autoridades que nos gobiernan (gracias a nuestro voto) a dedicar una parte de los recursos económicos del Estado (obtenidos gracias a nuestros impuestos, a nuestro trabajo) no a proyectos faraónicos que llenan bolsillos y egos, sino a campamentos de verano totalmente gratuitos, en los que nuestros pequeños y jóvenes contactasen con la Madre Naturaleza y sus valores. ¿Os imagináis, por ejemplo, a maestros de taoísmo chino o a psicólogos emocionales a sueldo del Ministerio de Educación, aleccionando a nuestros hijos en la hermosura de lo pequeño?
Tendríamos a niños y jóvenes aprendiendo a golpe de presupuesto ministerial cómo fortalecer el cuerpo, la mente y el espíritu. Niños que el día de mañana serán adultos con pleno autocontrol de sus vidas. Ya no tendrán vacíos existenciales que llenar a base de consumo material. Consumir y acumular como lo hacemos es a todas luces insostenible desde una perspectiva medioambiental y moral. La adquisición de bienes materiales nos sitúa en una buena posición social y refuerza temporalmente la autoestima personal, pero a la larga genera insatisfacción. La ansiedad por ser más “teniendo” no tiene límite y agota. ¡Es el pez que se muerde la cola! Y el propio planeta se agota. ¡Es el pez que se devora a sí mismo!
En lugar de esos campamentos, y por poner sólo un ejemplo del resultado de combinar política y negocio, hoy tenemos en España una retahíla de aeropuertos tan inútiles como caros: Huesca, 50 millones de euros; Lleida, 90 millones; Castellón, 150 millones; Ciudad Real, ¡1.100 millones! Proyectos de rentabilidad cero, pagados con dinero público, ideados por políticos y empresarios tras cuyo mesiánico mensaje (“Yo soy vuestro Mesías salvador: tomad un aeropuerto”) se esconde el deseo de impulsar sus carreras. Esto es, alimentar su ego a través de más poder y más dinero. Y eso es así porque la masa social, desconocedora del origen de su propia insatisfacción y de las alternativas de vida, lo permite. Educación alternativa. Conocimiento alternativo.
Es clara, pues, la necesidad de reorientar nuestros valores personales y colectivos, de realizar cambios profundos. Desde el Tarot Evolutivo aportamos nuestro granito de arena para producir el cemento que esa ingente obra requiere.
¡Lo pequeño es hermoso!

Llegó Neptuno.


Neptuno, octavo planeta de nuestro Sistema Solar, es nuestra referencia astral de mayor poder espiritual y transpersonal. Está relacionado con el psiquismo profundo: su influencia nos impele a la fusión con el todo del que cada uno de nosotros forma parte, nos abre las puertas de lo onírico, acerba nuestra sensibilidad. Romance, fantasía, sueños, imaginación…
Ahora bien: siendo que Neptuno entró en Piscis, todo ese cuerpo conceptual que acarrea el planeta se torna dual. En Piscis, un pez nada a contra corriente y el otro se deja arrastrar por ella. Estaremos, pues, predispuestos a abrirnos emocionalmente, a buscar refugio en lo espiritual, tanto colectiva como individualmente. Y a todo lo contrario. El otro pez de Piscis, el ligado a Dionisio, nos orienta hacia la psicosis… Alcohol, drogas, adicciones, mentiras, trampas, acciones deshonestas… Es una situación muy propensa a brotes de violencia psicótica como el que subyace en la masacre de Noruega. Y más aún siendo que Urano está en Aries (violencia y locura); y Plutón en Capricornio: destrucción violenta de todo tipo de estructuras.
Debemos tener siempre claro que poseemos una poderosa arma como especie: el cerebro. Es ésta una herramienta a medio camino entre nuestra dualidad homínida y humana. ¿Cuántas veces, ante un hecho “sobrenatural”, decimos “No me cabe en la cabeza” o “No lo creo, está fuera de toda lógica”? Y nos cerramos en banda y seguimos viviendo esclavos de nuestro desconocimiento de lo transcendental.
En cambio, no debe ser así, sino al contrario… Adecuadamente informado, el cerebro nos permite comprender y, a continuación, actuar. Es un mecanismo simple y sencillo, pero de gran poder.
Por eso, a quienes digan que estas influencias planetarias son un absurdo, les sugiero: proveed a vuestra mente de datos nuevos. Leed. Documentaos. Aprended. En la vida nos regimos mediante conceptos aprendidos que “programan” nuestra mente sin ir más allá de ella. Pero podemos aprender nuevas formas de entendernos como seres individuales y como miembros de la colectividad humana. Y esas nuevas realidades nos harán cavilar y entender, y entendiendo aprobaremos, y aprobando esa nueva información, romperemos el bloqueo de la mente a todo ello y de ahí pasaremos a conectar con nuestro cuerpo emocional, con nuestra alma, con nuestra energía espiritual más divina y blanca, más iluminada.
Es decir: que podemos conectar con nuestro otro lado, el espiritual, a través de la más poderosa arma que como especie homínida poseemos: la mente.
Suponed que entre nuestra condición mamífera y nuestra condición divina estuviese el cerebro a guisa de puerta o pasaje. Bastará para abrirla de par en par con tener la llave adecuada. Y esa llave la da el conocimiento.
Sabiendo qué son y qué suponen Neptuno y Piscis, aunque sea de manera ligera o fundamental, podremos escoger qué comportamiento queremos para nuestra existencia. Hacia qué tender. Y de que alejarnos. Así, lo consciente y lo inconsciente; el cuerpo físico y el espiritual, lo físico y lo metafísico, se reencuentran gracias al poder de una mente sana en tanto que bien documentada.
Y esa es, precisamente, una de las bases de mi trabajo en Tarot Evolutivo.

Almas gemelas.


En nuestra cultura, nuestra alma gemela representa la “meta final” a la que llegar tras sucesivas etapas o experiencias amorosas kármicas y/o dhármicas, que nos irán “preparando” para el último y definitivo encuentro, sea en esta vida en curso, sea en otra vida futura… Habitualmente, dicho encuentro es sólo posible tras varias reencarnaciones. Es patrimonio, pues, de las “almas viejas” y experimentadas. Vida tras vida, vamos preparándonos para ese ansiado encuentro final, vamos cerrando ciclos, vamos sobrepasándolos y aprendiendo a conocer nuestra más íntima y propia esencia espiritual, a despecho de las circunstancias de la vida terrenal y cotidiana.
En consecuencia, cada ser humano con quien nos vinculemos será un maestro y/o compañero de viaje en nuestra preparación para el encuentro final con nuestra alma gemela, y lo será (y lo seremos) en clave negativa o involutiva o positiva o evolutiva.
A la postre, el encuentro se producirá siempre que confluyan los tres elementos de su particular Tríada Sagrada: el elemento Celestial (o la bendición divina), el Humano (comunión de voluntades entre ambos protagonistas de la unión) y el Terrenal (circunstancias coyunturales propias de la Tierra, como por ejemplo el país en el que vivimos, nuestro círculo social, nuestra escala de valores…). Si el cotejo del Debe y el Haber entre nuestras vidas pasadas y la actual arroja un saldo positivo, contaremos con la bendición divina y lograremos vencer cualquier obstáculo. Siempre, eso sí, contando con el aliento de nuestra propia voluntad y esfuerzo.

Es creencia de uso que, si bien puede haber varias almas afines, sólo tenemos una única alma gemela. Para reconocerla, invoquemos al filósofo Platón, padre del concepto del amor platónico:

“De todos los dioses, el amor es el más amigo de los hombres y su mejor médico, pues sólo él es capaz de curarles de su mayor mal que no es otro sino la pérdida de su naturaleza originaria”.

Esa “naturaleza originaria” es la contenida en el mito del andrógino: al principio, el ser humano era lo femenino y lo masculino unidos en un solo cuerpo. Ebrios de soberbia y creyéndose parejos a los dioses, los seres humanos andróginos se instalaron en el Monte Olimpo, residencia de los dioses, con la demanda de alcanzar la gloria divina que creían merecer. En castigo a su soberbia, Zeus los devolvió a la Tierra tras separar sus dos mitades corporales, condenadas desde entonces a vagar por el mundo hasta encontrar cada cual a su par.
A su alma gemela.
Bien. Esa es la teoría platónica. La espiritual, en cambio, nos habla de vibración sutil o densa, según sea nuestra alma proclive a la entrega o no. A más dominio egoísta del ego, mayor densidad de nuestra vibración, y viceversa. Suponiendo que nuestra alma sea un sonido, una onda acústica, nuestra alma gemela será aquella que vibre en nuestra misma amplitud y frecuencia. Así las cosas, dependiendo de nuestra densidad vibratoria, estaremos preparados para “amar” en un grado u otro de elevación espiritual. Y si alcanzamos la posesión de un nuestro acorde sutil y le aunamos el acorde igualmente sutil de otra alma, la magnificencia del nuevo acorde resultante de dicha unión será elevadísima, superior, magnífica...
Inefable.
Pero… Como nuestra condición homínida nos ha impuesto la creación del arquetipo cultural de la monogamia, impera entre nosotros la idea platónica de una única alma gemela. Una elaboración más “refinada” de ese arquetipo de la monogamia lo tenemos en el ideal romántico del amor, o en el anterior caballeresco. Pensad, en cambio, que nuestro alcance espiritual sería demasiado pobre si sólo pudiese circunscribirse a una única alma de idéntica vibración sutil a la nuestra. El objetivo final de nuestro desarrollo espiritual, la Arcadia inalcanzable (o no), sería la de total comunión vibratoria de todas nuestras almas en un Big-Bang de amor humano, energético y espiritual.
Esto es: reconocer que todas las almas del mundo están llamadas a ser gemelas, están llamadas a ser sutiles.
¡Tiempo al tiempo!
De momento -arquetipos obligan-, el tema del alma gemela lo consideramos como una relación en la que sólo dos seres humanos encuentran su propia alma en sí mismas y en el otro al unísono. Sea como fuere, lo cierto es esto: lo que uno siente cuando se encuentra con su alma gemela es totalmente indescriptible y maravilloso. Este encuentro marca un antes y un después para ambos implicados, y los hace partícipes de un sentimiento tan extraordinario e inefable, que no puede describirse con palabras. Resulta casi imposible describirlo a quienes no la han vivido todavía. Es un amor más allá de toda dimensión.
Imagínate por un momento ante un desconocido cualquiera. Puede ser en tu trabajo, en el aeropuerto de un país lejano o en cualquier otro lugar. Alguien está ahí, aparece ante ti y vuestras miradas se cruzan por un instante. Percibes una densísima carga energética, un vuelco al corazón, un pálpito… Esa persona desconocida te resulta extrañamente familiar. Confías en que así es. No hay razonamiento entre vosotros. Hay intuición. Ambos sabéis que vuestras almas vibran en un mismo y elevado plano.
La relación entre almas gemelas encarna el más puro amor, más allá de toda necesidad o dependencia del ego. No hay arquetipos lastrando a esas dos almas. No existe jamás el menor atisbo de competencia. Todo entre ellos es solidaria cooperación para el goce y el crecimiento mutuo y compartido. La entrega es total, no hay ni miedos ni reproches ni condiciones. Si el sentimiento es el lenguaje de nuestra alma, el idioma que hablan las almas gemelas es tan idéntico como elevado y sutil.
Esa comunión se articula en el plano energético a través de nuestros siete chacras principales. Cuando dichos siete centros energéticos del ser humano están abiertos y sanos y armonizan plenamente con los de otro, cuando la sintonía es plena entre ellos, se alcanza la Cumbre del Amor. Desaparecidas las personalidades del ego, ambas almas podrán entrelazarse en un abrazo integral y empezarán a fluir sus energías vitales, amalgamándose en una nueva más potente y pura: una suerte de Fuego Sagrado que les procurará la dicha de la plena realización humana en clave espiritual. Esa energía fluirá a raudales aún más intensos si cabe cuando, una vez desnudos los cuerpos de toda linde entre ellos, se engarcen en la máxima expresión posible de comunión humana: a través de los órganos sexuales. Lingam y Yoni, pues, ultiman esa conexión íntima entre almas. Y las energías puras de ambas fluyen del uno al otro, de él a ella, de ella a él, de él a él, generando una única entidad compartida en la que las personalidades desaparecen y sólo hay espacio para el goce energético del Amor mayúsculo correspondido.
Armonía absoluta, pues.
Amor en la cumbre.
Y recordad: el objetivo final de nuestra especie es lograr que el número de almas capaces de vibrar en la misma (y elevada) sintonía sea sin límite conocido (como de hecho es, en potencia al menos).

Doblete de Venus.


Hay dos consultantes en mi vida como tarotista que me llaman poderosamente la atención, por ser ambas mujeres en proceso de reconexión reconciliadora con su arquetipo de Venus o Afrodita, la Diosa del Amor y cuidadora del eterno arquetipo femenino.
A Venus-Afrodita la conocéis todos, seguro… Regente de la belleza, del amor, de la sensualidad y seducción en su más profunda y amplia extensión, engloba también a la armonía, a las manifestaciones estéticas (¡fiestas incluidas!), al bienestar con nuestro entorno y con nosotros mismos… En suma, Venus representa a la pulsión vital más vívida y sensible, pero tamizada por el selecto filtro de la exquisitez y la armonía, en oposición directa a Tánatos, pulsión de muerte, violencia y destrucción.
En una suerte de íntimo renacimiento, ambas mujeres de las que ahora escribo se encaminan hacia la primera y principal condición necesaria para el establecimiento de una relación amorosa: el contacto con su propia Belleza interior. Con su propia Venus íntima e intransferible. Venus renovada y potenciada para la una, Venus renacida y reencontrada para la otra… Pero ambas viven el mismo proceso de amarse primero a sí mismas para amar a otros después.
Porque… ¿Cómo podemos amar a alguien si antes no nos amamos a nosotros mismos? Si rechazamos la que es nuestra propia esencia, es del todo imposible vincular nuestra vida humana a la de otro ser humano. Y si no estamos satisfechos con dicha esencia, con lo que somos, y si no la mejoramos de manera limpia y efectiva… ¡Nada que hacer, más que dar palos de ciego por la vida! Pues tal como nos vemos a nosotros mismos, nos ven los demás. Por eso siempre hay que seguir el impulso de Venus, que no el de Tánatos, a despecho de cuantos fracasos podamos acumular en nuestro historial particular, pasado y presente o incluso futuro. Venus permite contactar con nuestra Belleza interior y, en el caso de estas dos mujeres, retomarla, reconsiderarla, renacerla y hacerla llegar a su máximo potencial.
¡Ojo! La Belleza no responde a patrones ni modas, la Belleza no entiende de “fundas exteriores”, sino que se trata de una cualidad intangible del alma, una suerte de energía lumínica de gran potencia que ilumina nuestra Verdad más íntima y propia, lo que somos en realidad. Los antiguos griegos decían que Belleza es Verdad, y ahora veréis cómo. Cuando percibimos la Belleza de alguien, en realidad percibimos el estable y firme equilibrio armónico de ese alguien con su naturaleza humana, que no homínida. Es decir: esa Belleza nos remite a algo muy intrínsecamente propio de nuestra condición humana. No al instinto básico o a la satisfacción de instintos primarios, ni siquiera a típicos mensajes de nuestra sociedad como “Dame y dame porque yo lo valgo y no me importa quién se quede atrás”, sino a algo relacionado con la inteligencia y la sensibilidad más extremas posibles en nuestra especie.
A algo divino, en suma.
Y lo divino es nuestra Verdad como especie, pues somos mamíferos, sí, pero sólo en nuestro origen. También somos humanos, y tendemos por ello a lo divino. Ese es nuestro norte, y en él debemos porfiar.
Y en él porfían ambas damas. Las dos, cada una a su manera y cada una en su estado propio, con sus fuerzas y sus debilidades como mujeres, están aprendiendo a amarse a sí mismas, y ese progresivo conocimiento y aceptación de sí mismas en tanto que poderosas Afroditas las está impulsando hacia más amor. Hacia más seducción. Hacia más vértigo emocional…
El resto, y aunque resulte gratuito decirlo, es secundario. En ese resto entran preguntas tipo “¿Pero me quiere o no?”, “¿Dejará por mí a su esposa?”, “¿Debo lanzarme o no a esta aventura?”. Esas preguntas del “cómo” las responde el Tarot Evolutivo gracias a su poder de predicción, pero lo verdaderamente importante de mi disciplina es “enseñar” o mejor “explicar” o “anunciar” qué nos está pasando, y porqué. Venus-Afrodita sugiere a estas damas a lanzarse de cabeza en su particular estanque conceptual, de prístinas y refinadas aguas vitales. Su secreto revelado es este: “Reconócete como ser único y original en todo tu esplendor. Ámate y amarás”.
El resto es, pese a todos los todos posibles, mera infraestructura en nuestro camino personal hacia la plena autorrealización y felicidad.

De amores y despechos...


Cada día me llegan vuestras consultas sobre emociones, sentimientos y pensamientos relacionados con el amor y la pareja. Sois muchos los encadenados a relaciones que os disgustan, pero que al mismo tiempo os atraen y parecéis necesitar... Inasequibles al desaliento, pero embargados por el desajuste y el dolor, seguís dando AMOR (o esperando a poder hacerlo), con la esperanza de recibir en equivalencia a vuestra entrega… ¡O más incluso!
Si damos por sentado que nuestro objetivo común es el de hallar un amor incondicional e ilimitado, entenderemos porqué seguimos buscando iniciar romances que deriven en algo tan superior como un lazo amoroso enérgico y duradero, cargado de intimidad y de pasión. Siendo que nuestro espíritu tiende a la Luz en su proceso de evolución desde nuestro yo homínido a nuestro yo humano, el modo en que vivamos nuestros sentimientos y emociones nos hará más firmes candidatos a decantarnos hacia uno u otro polo de esa dicotomía que marca nuestra especie.
Cada relación amorosa que vivamos, pues, nos marcará una serie de lecciones específicas, de cuyo cumplimiento dependerá nuestro paso a un nivel espiritual superior. Esto es así en tanto que el sentimiento es el lenguaje de nuestro espíritu y alma, que para mí son lo mismo. Ante la dualidad entre Tricotomitas (quienes distinguen entre cuerpo, alma y espíritu) y Dicotomitas (quienes lo hacen sólo entre espíritu o alma y cuerpo), yo me sitúo entre los partidarios de la segunda opción. De hecho, en la Biblia sólo hay un par de pasajes (Hebreos 4:12 y Tesalonicenses 5:23) donde los Tricotomitas puedan basarse para defender su posición, pero en fin… Ese es otro tema, no nos desviemos… Importa recalcar que lo que nuestros sentimientos hablen, cuál sea el continente y el contenido de sus mensajes, nos hará mejores o peores seres humanos.
¿Qué es sentimiento y qué emoción?
La emoción es una compleja respuesta química y neuronal capaz de originar un patrón distintivo en nuestro comportamiento automático de respuesta. El sentimiento es la evaluación consciente que realizamos de nuestro estado psicofísico ante nuestra conducta o respuesta emocional. Es decir: recibimos un estímulo emocional y reaccionamos mediante los mecanismos innatos del cerebro (o reacciones primarias) y mediante nuestro arquetipo aprendido (respuestas conductuales o emociones secundarias). A continuación, evaluamos conscientemente la respuesta emocional que hemos dado y nos situamos en uno u otro sentimiento final: de satisfacción o frustración, de aprobación o rechazo, de honra u oprobio, de amor u odio…
La pasión es una emoción, mientras que el amor es un sentimiento. Lo mismo para los binomios tristeza/depresión, rabia/odio, euforia/alegría…
Es decir: todo mensaje emocional experimentado en nuestra vida ha de ser recibido intensa y/o repetidamente antes de echar raíces en la mente subconsciente. Cuando esa información de vida se inserte en el subconsciente, influirá en nuestro comportamiento futuro en forma de sentimiento. Y cuanto más se repita esa información de vida emocional, su sentimiento asociado será más recio, estará más profundamente grabado en el subconsciente y con más fuerza y automaticidad orientará nuestra existencia.
Así es como alcanzamos la cognición de la emoción: generando un sentimiento duradero y firme que rija nuestro devenir. Si emoción y cognición se integran correctamente, nuestros sentimientos estarán orientados en la dirección adecuada: nuestra autorrealización en clave de felicidad.
Visto así, el origen de nuestros sentimientos hacia las situaciones y personas de nuestra vida no está tanto en lo que esas situaciones y personas provoquen en nosotros, sino en lo que nosotros pensemos acerca de las otras personas y de lo que nos provocan. Por lo tanto, la mejor forma de manejar las emociones y sentimientos que nos causan problemas (y que nos aproximan a la zona oscura del yo homínido), es cambiando los pensamientos que los producen, mantienen e incrementan. Es lo que en Tarot Evolutivo denominamos “cortar el mental” o también “destruir el arquetipo”.
De ese modo, nos mejoraremos por medio de nuestro avance hacia el yo humano regido por la Luz.
Un ejemplo práctico.
Tal es el de una consultante envuelta en una conflictiva situación amorosa. Ama a un hombre que también la ama a ella, pero que sigue encadenado a otra mujer, madre de sus hijos, sin que medie entre ellos tanto amor como dependencia por unos lazos afectivos ya caducos, fríos, laxos, y cuyos principales activos son los de sus hijos en común, el chantaje emocional por parte de ella, y el sentimiento de culpa por parte de él. De hecho, no hay entre ellos convivencia desde hace años.
Bien. Una de las energías comportamentales que mis arcanos solicitaban a dicha consultante era la de contención y temple para con la situación de su enamorado. No es desde luego ni agradable ni sano amar a alguien a escondidas, y más si ese alguien reparte sus afectos entre dos mujeres. Sin embargo, el amor auténtico es el que transige con las debilidades del ser amado, y trabaja con afecto y entrega en pro de su resolución.
Una de las preguntas a mi Tarot de esta consultante fue si debía ella comunicar a “la otra” su existencia, y el mensaje de respuesta fue claro y contundente: “Tú, no. Esa es responsabilidad de tu amado. Tú sólo debes porfiar en que algún día él tenga la energía y clarividencia necesarias para hacerlo”.
Sin embargo, no lo hizo así… Ambos disfrutaron de su primer fin de semana juntos, plena intimidad para ellos en un espacio/tiempo sólo suyo… Una ocasión propicia para aclarar posiciones, para exponer demandas, para trazar estrategias conjuntas desde el goce del amor compartido, capaces de encarrilar su complicada historia hacia una siguiente etapa de mayor satisfacción mutua a la luz de la Luz… En ocasión de ese fin de semana compartido, las emociones puntuales de euforia y pasión de sus protagonistas trabajarían hasta afianzarse en sentimientos duraderos de alegría y amor, afianzando de ese modo la relación entre ambos. Por la parte de la ex despechada, sus emociones puntuales de rabia y tristeza darían paso a sentimientos duraderos de odio y depresión… ¡Ella no me consulta y no puedo aconsejarla!
El problema es que, antes de la excursión, mi consultante cometió el error de disminuir su nivel de vibración a campos oscuros, desoyendo el consejo de mis Arcanos. Mediante una enrevesada conspiración anónima, hizo saber a su contrincante de su existencia, y con ello insufló negatividad en la respuesta de ella, que ya de por sí iba a ser en nada comprensiva o conciliadora.
Y en la de él, pues si mi consultante debía trabajar su Luz propia para orientar con ella la tortuosa sentimentalidad de su galán, con ese desafortunado acto no hizo sino justificar las dudas y prevenciones de su enamorado hacia ella, y potenciarlas.
¡Ojo! No dice mi Tarot que “la culpa sea de…”, sino que en un juego de oscuridades a tres bandas, mi consultante debía ser la Luz refulgente y orientadora, y no otra oscuridad más. Atención a esto: cuando nuestras emociones, sentimientos y pensamientos se entrelazan hasta formar una única unidad, adquieren tal fuerza que nos dominan hasta el punto de controlar nuestra vida. Si la emoción y su cognición se integran correctamente, nuestros sentimientos estarán orientados en la dirección adecuada: hacia nuestra autorrealización en clave de la felicidad de la Luz.
En caso contrario, nos seguiremos (auto) orientando hacia la frustración de la Oscuridad. Y esto vale con o sin la compañía del galán en cuestión.
Aquí el Tarot Evolutivo es un arma muy eficaz. Desenmascara y aclara, redefine y reajusta, y nos libera de la pesada carga de la confusión generada por pensamientos erróneos, fruto de la errónea gestión de emociones y sentimientos. Permite, pues, poner de manifiesto los aspectos más ocultos de nuestra mente, de manera que podamos explorarlos, conocerlos y darles una vía de resolución para todos los seres implicados tan efectiva como limpia. Y esto vale también por las segundas y terceras personas por las que preguntáis. Sabed, pues, en suma, que toda emoción, sentimiento y pensamiento negativos debe ser transformado en oportunidad de limpia realización humana. Ello es posible mediante el empleo de paciencia, comprensión y tolerancia. De otro modo, nos enquistaremos en peligrosos resentimientos que, a su vez, generarán y/o potenciarán las capacidades destructivas propias y ajenas a través del rencor y del odio. ¡Un tortuoso camino que lleva a la autodestrucción!

La Cruz Cósmica


Entre el final de junio y el inicio de julio habrá una Triple Cruz Cósmica o Cuadratura Astral. Permanecerá activa durante casi un mes, y serán tres sucesivas, regidas desde su descendente por el Sol, la Luna y Venus, respectivamente. La cruz más efectiva a efectos energéticos sobre nuestra Tierra será la del Sol, cuya influencia máxima durará tres días, extendiéndose por un total de once: desde el 26 de junio hasta el 6 de julio. Su punto álgido lo tendremos cuando el Sol esté descendente a 6º de Cáncer y entre en oposición exacta a Plutón, que estará ascendente a 6º de Capricornio.
Ello sucederá el día 28 de junio, aproximadamente a las 21:21 pm.
En astrología, el planeta de mayor importancia es el Sol, y en segundo lugar la Luna. Sin embargo, y como la Luna estará en Cruz Cósmica apenas 5 días, y dado que Venus no posee la “importancia” o el “peso específico” del Sol o de la Luna y es mucho más rápido que ambos, sólo trataremos en este escrito de la Cruz Cósmica marcada por el Sol.
Bien. Antes de seguir, una aclaración imprescindible. Si no crees que los astros envíen energías y mensajes a la Tierra, no sigas leyendo o hazlo al menos sin acritud ni socarronería. Algo aprenderás, seguro.
Si por el contrario crees en algo superior a nosotros (llámalo Dios, llámalo Energía o hazlo como quieras y/o puedas, pues importa el contenido de lo que llames, que no el continente con que lo hagas), sigue leyendo y mira lo que nos dice esa Cruz a la Luz del Tarot. Te dará que pensar, seguro.
Los elementos astrales en juego en esta Cruz Cósmica son: Sol en Cáncer opuesto a Plutón en Capricornio, y Saturno en Libra opuesto a Urano en Aries.
Conozcamos brevemente a estos cuatro astros y lo que nos representan.
Sol; el Yo creativo.
Centro de nuestra galaxia, representa la cualidad básica del ser humano: la Conciencia, en clave de integridad y de verdad. Esto supone que por su naturaleza, el ser humano es intrínsecamente bueno. Esto es: que todos somos Luz. Recordad que en mi Tarot subyace siempre la dualidad de nuestra especie: homínida y humana. Y que en última instancia siempre hablo de seres humanos, y no de hombres o mujeres. Así pues, no es que la parte negativa o “zona oscura” del ser humano provenga del opuesto al Sol, la Luna, pues ambos son en realidad complementarios. Ambos nos aportan energías homínidas de baja vibración, y humanas de alta vibración. Maldad y bondad. Oscuridad y Luz. Dándole la vuelta a este discurso, la energía homínida ligada al Sol sería la violencia destructora, mientras que la energía humana ligada a la Luna sería la Creación en su más puro y mágico significado. Es decir: el Sol no es bueno por ser masculino, ni la Luna es mala por ser femenina. Intento siempre sustraerme de los clásicos arquetipos usados a ras de nuestro suelo.
Plutón: la transformación inevitable.
Llamado “el Gran Transformador”, nos induce a destruir y regenerar de manera radical y absoluta. Perder y ganar. Desechar y construir. Su influencia nos impele a abandonar las viejas realidades y a abrir paso a las nuevas. Se trata de transformaciones muy ligadas al nivel psíquico profundo e individual que, muy lentamente (no en vano el planeta emplea más de 248 años terrestres en circunvalar el entero Zodíaco), afloran a la superficie y se convierten en colectivas.
Saturno: la responsabilidad necesaria.
Llamado “el Planeta Maestro”, es símbolo de autoridad y de austeridad. Representa la experiencia adquirida con los años (pasado, tradición, legado de los ancestros), y la rigidez y el inmovilismo que limitan la evolución a nuevas realidades necesarias. Los bienes que concede son pocos y siempre tras largos y denodados esfuerzos, a menudo ligados al sacrificio… Su influencia bien aspectada aporta reflexión, paciencia, perseverancia, responsabilidad y madurez. Y siempre una lección: de las grandes pruebas debemos reflexionar y aprender, para no cometer los mismos errores y no fallar en nuestro progreso.
Urano: la emancipación.
Superar, fragmentar, disgregar, disolver, digerir las reglas, los esquemas, las estructuras tradicionales, los arquetipos socioculturalmente aceptados, para alcanzar un progreso que nos haga mejores. Urano invoca a la necesidad de diferenciarse de quienes siguen las normas establecidas, en aras de la verdad, la justicia, la libertad, la igualdad, la fraternidad… Es el planeta regidor de toda tendencia progresista, individual o colectiva.
Arcanos de la tirada.
Designemos ahora los Arcanos de la tirada y sus posiciones. Los Arcanos los obtendremos de las equivalencias entre astro, signo o constelación y Arcano Mayor recogidas por Papus en su obra “El Tarot de los bohemios” (1911). Las posiciones que dichos Arcanos ocupen en nuestra tirada las obtendremos de la Carta Natal de la Cruz Cósmica (es la imagen que ilustra la cabecera de esta entrada).
Utilizaremos en la tirada la Cruz Celta o Cruz Básica o no importa su nomenclatura, pues varia de uno a otro autor a lo largo de la historia del Tarot. Importa saber que se trata de una Cruz de Tarot que interpreta una Cruz Cósmica. Estructuras, pues, que se solapan. Idénticas plantillas trabajando conjuntamente para arrojar una explicación a lo que en nuestra vida social, colectiva, está sucediendo ahora.
Nuestra Cruz tiene cuatro posiciones: a izquierda y derecha en el plano horizontal, las correspondientes al consultante y a su entorno. Arriba su disposición anímica y abajo, el resultado final. En el centro, por último, los Arcanos resultantes de las sumas de Arcanos en liza, aplicando la Reducción Teosófica.
Así pues, obtenemos esta Cruz de Tarot:
1ª Posición-El Consultante: Plutón en Capricornio = Diablo y Torre.
2ª Posición-El Entorno: Sol en Cáncer = Mundo y Justicia.
3ª Posición-La Disposición: Saturno en Libra = Juicio y Colgado.
4ª Posición-La Respuesta Final: Urano en Aries = Mago y Papa.
5ª Posición: Ermitaño y Papa.
Y vamos ya, por último, con su interpretación.
Diablo-Plutón y Torre-Capricornio en representación del consultante (nosotros) es un mal presagio. Plutón está en Capricornio, que representa a las estructuras sociales. Plutón va a romperlas (es lo que está ya sucediendo a nivel económico y político mundial).
Ésta combinación, pues, anuncia, una situación de tránsitos amargos y momentos malos. Denuncia que nuestros miedos y obsesiones (paro, crisis económica, contaminación del Planeta, deshumanización de las relaciones…) tienen energía más que suficiente para desbaratar nuestro principal proyecto en esta vida nuestra, que no es sino el de ser y vivir felices y realizados. Siendo que Plutón simboliza la renovación inevitable, y que La Torre simboliza “la liberación de la confusión”, “la venda que cae de los ojos”, “la prueba a superar”, queda claro que no queda otro remedio que saber que nuestro modo de vida es ya obsoleto e ineficaz. Es hora de derribar lo viejo conocido.
Mundo y Justicia en nuestro entorno denuncia la necesidad de triunfo absoluto para la Justicia terrenal. Esto es, que la Verdad salga a la luz. Justicia terrenal sobre las cosas del Mundo, ese es el contexto. Lo que se tiene en contra, lo que se debe favorecer. Sol en Cáncer representa dualidad: energías humanas que abogan por el triunfo de la Verdad, pero que se pueden expresar al estilo homínido-violento y humano-pacífico. Masas descontentas tomando las calles al asalto y/o en pacíficas acampadas… ¿Os suena esto?
Juicio y Colgado en nuestra disposición no da lugar a dudas: llegó el momento de “la responsabilidad necesaria”. El mensaje celestial para nuestro ánimo es el de enfrentarnos a un dilema terminal que precisa de nuestra inteligencia, sí, pero también de nuestra intuición. La influencia astral revelada por el Tarot Evolutivo para Juicio-Saturno nos dice: “Llegó el momento de la Verdad. El ser humano debe intuir el nacimiento de nuevas emociones que le lleven a un cambio radical en su visión de la vida, a una nueva filosofía”. La influencia bien aspectada de Juicio-Saturno aporta reflexión, paciencia, perseverancia, responsabilidad y madurez en esa prueba. Colgado-Libra asocia valores del Arcano (la consagración, el dedicarse con suma eficacia y ardor a un determinado fin) y del signo zodiacal (enfrentarse a una situación conflictiva de manera idealista, pacífica y consensuada en equipo). El fin es enfrentarse a la Verdad de que nuestro sistema de vida no funciona: debemos empezar a cambiarlo por otro y hacerlo en masa solidaria.
Mago y Papa como respuesta final representan la pasión activa del uno contra la autoridad pasiva del otro. Mago-Urano está en Papa-Aries, y Aries es el impulso animal y el fuego primigenio. El Mago despliega sus energías para lograr una transmutación, y da la espalda al Papa (poder establecido, máxima autoridad terrenal y divina en la Tierra, que no “divina del Cielo”). El Mago es Urano… ¿Recordáis el significado de Urano? ¡La emancipación! Diferenciarse del poder establecido en pro de actitudes progresistas y alejadas del Statu Quo. Abandonar las normas establecidas para lograr el necesario progreso de nuestra sociedad. La “autoridad papal” responde al esfuerzo emancipador del Mago mediante el impulso animal de Aries… Violenta represión, pues, sobre los esfuerzos activos del joven Mago.
Ermitaño y Papa, al fin, aportan el “toque final” a nuestra tirada, “el punto de sal a nuestro cocido”, si se quiere… Siendo que El Ermitaño representa la búsqueda de la realización interior y el encuentro con la Luz, ahí le tenemos: aportando con su experimentado candil la lumínica energía del mundo espiritual sobre el conflicto desatado entre nuestro Plutón-Diablo y nuestro Capricornio-Torre. En cualquier caso, se trata de una carta lenta. El proceso será largo.
Por último, os adelanto que el mensaje de esta Cruz Cósmica posee un valor añadido: se trata de una formación cósmica representada en un crismón románico del siglo XII, en la iglesia de Santiago de Puente La Reina (Navarra). Intentaré explicároslo en la próxima entrada.