El sueño lúcido.


Los que dedicamos nuestra vida al esoterismo “serio”, exento de folclores mas cargado de “magia”, tenemos siempre muy presente el valor de nuestra mente en el control de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos.
La mente es, de hecho, la puerta más directa a nuestra alma, y conviene aprender a franquearla.
¡Ojo! Control no es “represión” o “sometimiento”. Control es inspección y comprobación, dominio y autoridad, y trabajo activo (de limpieza y sanación, de avance y creación...). ¡Conviene determinar correctamente el alcance de las expresiones que usamos, más allá de su significado habitual!
Todos queremos vivir una vida tranquila y segura, en la que nuestros sueños (amor, salud, trabajo y dinero) se vean cumplidos. La realidad es a menudo otra: a muchos les toca sufrir por no ver cumplidos sus sueños. Y muchos son los que reaccionan mecánicamente a las situaciones de la vida, sin saber cuestionar las estructuras arquetípicas que condicionan sus acciones y reacciones. Con los sueños sucede igual: apenas les prestamos atención, con lo que perdemos su valioso potencial para crecer, sanar y enriquecer nuestra existencia.
El dormir es una suerte de digestión de los acontecimientos de la jornada, en tres planos: corporal, mental y espiritual. Ocupamos en ello una tercera parte de nuestra vida. Y al dormir, soñamos. Para la psicología, soñar es abrir una ventana al inconsciente, sin la mediación de los filtros mentales activos durante la vigilia. Para la espiritualidad, los sueños son el vehículo de mensajes recibidos desde planos superiores, propios (alma) y ajenos (divinidad).
A medio camino entre ambos puntos de vista, diremos que nuestro cuerpo emocional (sede de las emociones y de los deseos, que a su vez son la materialización de nuestros pensamientos) se expresa a través de los sueños. Los sueños son, pues, campo de expresión y de trabajo del alma, y a ellos podemos llegar a través de la mente.
¿Cómo? A través del sueño lúcido.
¿Alguna vez os habéis dado cuenta de que estabais soñando mientras estabais soñando? El sueño lúcido es aquél en el que el soñador mantiene viva la conciencia de estar soñando y la capacidad de interactuar en ese sueño, hasta el punto de manejarlo a su antojo.
Sueños de este tipo son muy útiles para hacer limpieza en nuestro cuerpo emocional profundo, pues se convierten en escenario de acciones inspiradas por las necesidades del alma. La puerta de acceso es la psique, pero luego, una vez conectados desde el sueño con nuestra energía emocional profunda, es esta la que “toma el control” del sueño, alterando la locación, los personajes, las acciones y los argumentos del sueño.
Para quien padezca de alguna “enfermedad del alma”, el sueño lúcido supondrá una plena capacidad terapéutica sobre sus males, por ocultos que estos sean. Logrando la interactuación entre mente y espíritu, el sueño lúcido trabajará para nosotros en ambos planos.
La capacidad del sueño lúcido es inherente al ser humano. Sucede que la madurez nos induce a la incredulidad, y ésta nos lleva al “olvido motivado” de esa capacidad, que todos poseemos. Para quienes vivan en ese “olvido motivado”, este tipo de sueños pueden realizarse a través de la práctica organizada, o bien mediante hipnosis. Quien escoja la primera opción, hará bien en aprovechar una buena sesión de reiki sanador para sus primeras prácticas.
Una buenísima primera lectura es el tratado Los sueños y cómo controlarlos (1867), obra pionera en la materia y debida al sinólogo francés Léon d’Hervey de Saint Denys. Si queréis una interpretación racional al sueño lúcido, leed sobre la Técnica MILD (Mnemonic Induced Lucid Dream, en castellano Inducción Mnemónica de Sueño Lúcido). Se trata de la tesis doctoral (1981) del científico Stephen LaBerge (Universidad de Stanford). De hecho, no es sino una visión científica de la proyección astral o “desdoblamiento”, proceso en el que la conciencia o cuerpo etéreo abandona el cuerpo físico o denso, manteniéndose unido a éste a través del “cordón de plata”. Leed Historia de Rampa. El cordón de plata, del monje budista británico Lobsang Rampa. Un manual más llano y al alcance de todos: El sueño lúcido, de Consuelo Barea.