Un breve apunte sobre El Mago.


El Mago, el número uno, el mejor y el más potente… La unidad como principio activo de la creación, como el Inicio de todo… El yo homínido del ser humano en estado puro, plenamente dispuesto para la acción. Capaz de tomar la nada de la que parte El Loco y de emplearse en darle forma, hasta hacer uno del cero.
Hábil, elocuente, imbuido de un gran poder interno que a menudo le lleva a la pasión, El Mago representa al ser humano capaz de desplegar sus energías en pos de la superación, de la transformación, de la transmutación, para alcanzar alegremente la meta propuesta. Es la inteligencia creativa y práctica, la energía alentadora de la audacia y conductora al éxito. Como un adolescente o un veinteañero ebrio de entusiasmo y de cierta irreflexión, capaz de jugar a un mismo tiempo con muchos y muy diversos elementos, capaz de generar otros nuevos como un auténtico alquimista de la vida, El Mago es aire que sopla y cambia de dirección sin dificultad. Es Mercurio, el comunicador. Es Marte, el guerrero que se atreve a la autoafirmación, que despliega su energía en la exteriorización de sus deseos y en su logro material. Es Aries, casa de Marte y signo de fuego… Llamas que se tornan eminentemente expansivas al recibir el soplo de aire del Mago. Naturaleza guerrera y militar, esencia emprendedora, arrojado nauta capaz de embarcarse en grandes empresas y de llevarlas a buen término. Todo vale para avanzar en el camino recién emprendido. Acción en estado puro. Enorme poder interior entregado al ejercicio activo de la transformación. Una lucha que, a despecho de toda opinión ajena o juicio establecido, llevará al triunfo aún a riesgo de dejar atrás las limitaciones, si bien prudentes, de la conciencia. Y arma de doble filo, pues El Mago es capaz de explotar su talento de manera egoísta, sometiéndolo tanto al servicio de la Luz como de las Tinieblas.
¿Veis la carta? Ayudaos de una lupa o de un cuentahilos… Si os fijáis en los tres dados dispuestos sobre la mesa, podréis sumar los números insertos en las caras expuestas y obtendréis esta cifra: 22. Esto es, el número de arcanos mayores. Y si echamos mano de la combinatoria, veremos que 56 son las combinaciones que resultan de la combinación de los tres dados presentes en la carta… ¡El número de arcanos menores que completa a los 22 mayores, hasta obtener el total de 78 arcanos de la baraja del Tarot!
Fijaos ahora en esta lista:
ESPADAS: Aire-Espacio-Obras de elección.
COPAS: Agua-Tiempo-Obras de sensibilidad.
OROS: Tierra-Materia-Obras de inteligencia.
BASTOS: Fuego-Energía-Obras de fuerza.
Observad de nuevo la mesa del Mago. Encontraréis sobre ella los cuatro elementos terrestres al servicio de la humanidad. Hay monedas de oro (tierra y materia), hay una copa (agua y tiempo; el otro vaso es el cubilete de los dados); hay un cuchillo (aire-espacio). El cuarto elemento lo blande en su mano izquierda: una varita de madera (fuego y energía). El Mago pretende dominar el mundo material, sus cuatro elementos, y de él depende alcanzar o no con sus acciones un grado de pureza superior al que ya posee. Este ideal de pureza que menciono se relaciona con el que buscaban los antiguos alquimistas. Su camino elegido fue el de la transmutación metálica según la teoría de los cuatro elementos formulada en su origen por Empedocles (Agrigento h.495/490-h. 435/430 a.C.), sobre los cuales actuaría el quinto elemento o quintaesencia, un principio catalizador capaz de actuar y modificar los otros cuatro. La alquimia perseguía un sueño: pasar del mundo inferior (el homínido) al superior (el humano). Materializar el mito platónico de un mundo ideal, puro y perfecto, libre de las imperfecciones del ser humano. Trabajando con estos elementos, El Mago busca alcanzar su destino, marcado al final del viaje espiritual del Tarot Evolutivo por el arcano XXI: El Mundo: la elevación espiritual. La superación de lo mundano. No en vano esa varita de madera se eleva hacia el Cielo, como pidiendo a “lo divino” inspiración para la aplicación terrenal de la energía del Mago.