Lo pequeño es hermoso.


Tuve ayer la consulta de una madre cuyo hijo veinteañero, padre de un querubín de dos años y medio, pasa el tiempo libre enganchado a la Play-Station en lugar de jugar con su hijo… ¡Y viven en una casa de monte, en plena Naturaleza! Ese hijo, ya un hombre por edad, ha crecido en los valores de nuestra actual visión “racional” de la vida, que no espiritual… La madre suponía que su hijo fuese víctima de un trabajo de magia negra, y razón no le faltaba. El “hechizo” del que su hijo es víctima es educacional. Tiene que ver con nuestra escala de valores.
Mi Tarot es Evolutivo, se basa en el trabajo personal de cada uno. Por eso, siempre busco apoyar los mensajes de mis Arcanos ofreciendo un nuevo camino práctico que cada uno se trabaje para sí mismo y los suyos. Los mensajes de mis Arcanos acerca de este joven hablaban de estancamientos materiales que impiden cambiar de vida y mejorar (El Diablo boca abajo y El Arcano Sin Nombre), y recomendaban una profunda transmutación personal, un nuevo acercamiento a nuestra forma de entender la vida (Juicio y Carro invertido). Completé los mensajes de mis Arcanos con la recomendación de un par de lecturas sencillas y concretas, y luego pedí a un buen amigo, ecólogo y maestro taoísta, que visitara a esta familia como mensajero aportador de una nueva filosofía de vida.
Alguien dirá…
Alguien dirá ¿qué tienen que ver Tarot y pensamiento alternativo? Fácil. El ser humano sólo tiene sentido como integrante de una vasta red de relaciones, y no como sujeto individual. En contra de la percepción individualista de nuestra cultura occidental, no estamos solos. Cada cosa que hacemos, por pequeña que sea, tiene repercusión en el colectivo social. Y la vida no se mide sólo en términos de beneficios económicos y posesiones materiales. También están los beneficios espirituales, los que redundan en un beneficio humano no medible con la vara estrictamente homínida del dinero.
Atravesamos una crisis sistémica global… ¿Porqué no reconocer y difundir que ha llegado ya el momento de reaccionar? ¿Porqué no reorientar nuestra vida hacia nuevos pensamientos como “lo pequeño es hermoso”? ¿Porqué no revalorizar la Naturaleza y sus valores, nuestro propio hogar al fin y al cabo? Si nos relacionamos con ella, si aprendemos de ella, captaremos la auténtica magia de vivir. Y el sentido de la vida no es cuantificable. ¿Qué precio en dinero tiene el canto de un pájaro? ¿O un bosque? ¿O un río? ¿O la sonrisa de un niño, de nuestro propio hijo?
Un apunte sobre la educación.
La ostentación social, yacente en la base de nuestro consumismo, conlleva una explotación desmedida de recursos naturales y una atomización de la cohesión social. Sin cohesión carecemos de la solidaridad necesaria para darnos cuenta colectivamente de que avanzamos por el camino de la autodestrucción… ¡sirviendo a los intereses de individuos tan anónimos como nosotros, aunque aparezcan en televisión y dispongan de un lujoso automóvil, oficial o privado!
Limitar la experiencia de un niño a nuestro entorno artificial de base consumista está causando en nuestros hijos problemas reconocidos de obesidad, depresión, ansiedad, falta de atención, ausencia de cultura del esfuerzo, pobreza general en los valores morales imprescindibles para mantener vivo el ideario del crecimiento sostenible. ¡Muchos padres ni siquiera lo conocen! ¿Cómo romper esta cadena?
Imaginemos que logramos obligar a las autoridades que nos gobiernan (gracias a nuestro voto) a dedicar una parte de los recursos económicos del Estado (obtenidos gracias a nuestros impuestos, a nuestro trabajo) no a proyectos faraónicos que llenan bolsillos y egos, sino a campamentos de verano totalmente gratuitos, en los que nuestros pequeños y jóvenes contactasen con la Madre Naturaleza y sus valores. ¿Os imagináis, por ejemplo, a maestros de taoísmo chino o a psicólogos emocionales a sueldo del Ministerio de Educación, aleccionando a nuestros hijos en la hermosura de lo pequeño?
Tendríamos a niños y jóvenes aprendiendo a golpe de presupuesto ministerial cómo fortalecer el cuerpo, la mente y el espíritu. Niños que el día de mañana serán adultos con pleno autocontrol de sus vidas. Ya no tendrán vacíos existenciales que llenar a base de consumo material. Consumir y acumular como lo hacemos es a todas luces insostenible desde una perspectiva medioambiental y moral. La adquisición de bienes materiales nos sitúa en una buena posición social y refuerza temporalmente la autoestima personal, pero a la larga genera insatisfacción. La ansiedad por ser más “teniendo” no tiene límite y agota. ¡Es el pez que se muerde la cola! Y el propio planeta se agota. ¡Es el pez que se devora a sí mismo!
En lugar de esos campamentos, y por poner sólo un ejemplo del resultado de combinar política y negocio, hoy tenemos en España una retahíla de aeropuertos tan inútiles como caros: Huesca, 50 millones de euros; Lleida, 90 millones; Castellón, 150 millones; Ciudad Real, ¡1.100 millones! Proyectos de rentabilidad cero, pagados con dinero público, ideados por políticos y empresarios tras cuyo mesiánico mensaje (“Yo soy vuestro Mesías salvador: tomad un aeropuerto”) se esconde el deseo de impulsar sus carreras. Esto es, alimentar su ego a través de más poder y más dinero. Y eso es así porque la masa social, desconocedora del origen de su propia insatisfacción y de las alternativas de vida, lo permite. Educación alternativa. Conocimiento alternativo.
Es clara, pues, la necesidad de reorientar nuestros valores personales y colectivos, de realizar cambios profundos. Desde el Tarot Evolutivo aportamos nuestro granito de arena para producir el cemento que esa ingente obra requiere.
¡Lo pequeño es hermoso!

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