Mucho se habla en estos días de las Profecías mayas,
según las cuales el mundo se acaba el próximo 21 de diciembre. Cualquier agorero
os intentará convencer de la validez de esa sentencia, a la par que os
intentará vender un servicio de Tarot o un hechizo ancestral que os libere de
ese Apocalipsis, o incluso una camiseta motiva en la que luzcáis estampada la
imagen del planeta Tierra colisionando con un cuerpo celeste o estallando sin
más en un festival de absurdeces nucleares…
Tranquilidad y esperanza. El mundo NO SE VA A ACABAR.
En todo caso, sí cambiará el modo en que los humanos gestionamos nuestra
presencia en él: dejaremos atrás nuestro nocivo materialismo y seremos -¡al
fin!- capaces de entender que formamos parte de un Todo vivo, en el que debemos
integrarnos desde el cuidado y el respeto. Entraremos así en un proceso
imparable que nos llevará a un avance y mejora espirituales, a una plena
inmunidad a las mentiras del modelo de vida que tan concienzudamente hemos
desarrollado durante el pasado siglo XX.
Los antiguos mayas calcularon la llegada de este
vital brete para nuestra especie en su famoso Calendario Maya de la Cuenta
Larga, y la anunciaron en siete profecías.
En su equivalencia con nuestro Calendario
Gregoriano, el Calendario Maya de la Cuenta Larga arranca el 13 de agosto de
3114 A.C. y finaliza, 5.125 años más tarde, el 21 diciembre de 2012, “fecha
oficial” del inicio de una transformación que nos llevará a alcanzar la “Era de
la Luz”, “Edad del Oro” o “Edad Perfecta”, reconocible también como la Era de
Acuario, si echamos mano de los teósofos de principios del siglo XX (R. Steiner
y P. Le Cour). El modelo de la actual Era de Piscis nos está viendo como
especie pensante que amenazaba con destruir el planeta, mientras que la Era de
Acuario nos verá como especie sintiente que logrará su integración armónica con
la Tierra, y aun con el entero Universo. Esta Era de Acuario verá la transmutación
íntegra de toda traba cultural, tecnológica, espiritual y social que hasta la
fecha viene padeciendo nuestra sociedad humana. Es decir: verá el nacimiento de
una nueva civilización, jalonada por el hermanamiento humano en el Amor Universal,
la liberación de las actuales ataduras mentales y espirituales, la libertad propia
desde el respeto al otro, el desarrollo global de tecnologías limpias… Eso sí:
para llegar, antes las tendremos que pasar de todos los colores. Todo cambio exige
una transición más o menos dificultosa. Antes de subir a la superficie, hay que
tocar fondo.
Y en eso estamos: en tocar fondo para impulsarnos
hacia arriba.
¿Hemos dicho antes siete profecías? Siete es el
número sagrado por excelencia para los caldeos, babilonios, esenios, griegos,
egipcios, chinos, hindúes, mayas, aztecas e incas. Se compone de la tríada (3)
y de la tétrada (4), y es por ello la combinación de Dios y de la naturaleza
humana. Es el número de la Creación y es el número del Poder Espiritual.
Veámoslas.
Primera
Profecía:
"El mundo de odio y materialismo terminará el 21 de diciembre del 2012, y
con ello el final del miedo. En este día la humanidad tendrá que escoger entre
desaparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o
evolucionar hacia la integración armónica con todo el Universo, comprendiendo y
tomando conciencia de que todo está vivo, que somos parte de ese todo y que
podemos existir en una nueva Era de Luz."
Esta Primera Profecía se engarza en el “Tiempo del
No tiempo” maya, veinte años comprendidos entre 1992 y 2012, durante los que
entraríamos en el último período hábil para evidenciar la necesidad de operar
grandes aprendizajes y cambios. Al séptimo año de este período (a partir del
eclipse del 11 de agosto de 1999, fenómeno denominado “la Gran Cruz Cósmica”),
la humanidad entraría en un período de oscuridad y caos, lo que propiciaría que
buena parte de ella sea al fin consciente de que nuestro sistema de vida ya entró
en el epígono de su validez.
Los mayas se refirieron a este tramo de 13 años situado
entre 1999 y 2012 como “el tiempo en que la humanidad entrará en el Gran Salón
de los Espejos” para observarse, analizarse y calibrar la validez de su modelo
de comportamiento en la Tierra. De aquí saldríamos con la firme convicción de
que es preciso despertar a un cambio de conducta que nos desvíe del camino de
autodestrucción por el que avanzamos, orientándonos en cambio a la integración
respetuosa con todo lo que existe.
Segunda
Profecía:
Esta anuncia un cambio dual en el comportamiento de la humanidad, operado a
partir del eclipse solar del 11 de agosto de 1999. Fue este un eclipse muy
particular, por la alineación en la Gran Cruz Cósmica de casi todos los planetas
del sistema solar. Dicha Cruz tuvo su centro en la Tierra, y sus cuatro
extremos posicionados en los cuatro signos del zodíaco que representan a los
cuatro evangelistas del Apocalipsis de San Juan. A partir de dicho eclipse, según
los mayas, muchos perderían el control de sus emociones y muchos afianzarían en
cambio su paz interior y su tolerancia, sincronizándose con los ritmos del
Universo y evitando así toda tendencia al conflicto.
Es interesante reseñar que, en 1963, el Dr. Robert
Becker exploró los efectos de los campos magnéticos externos sobre las ondas
del cerebro, demostrando una relación entre las admisiones en psiquiatría y las
tormentas solares. Es decir: sabemos que la actividad solar intensa conduce
directamente a violentas inestabilidades psíquicas.
Tercera
Profecía:
En la Tierra se producirán desequilibrios climáticos y geológicos. Una ola de
calor aumentará la temperatura del planeta, produciendo cambios climáticos
geológicos y sociales sin precedentes (evaporación del agua de los suelos,
incendios forestales, destrucción de cosechas…) y a una velocidad asombrosa. El
aumento de la temperatura responderá a dos factores: uno, por la falta de
armonía del ser humano con la naturaleza (cambio climático, capa de ozono…);
otro, por obra del aceleramiento de la actividad solar, con el consiguiente
aumento de la temperatura del planeta.
Cuarta
Profecía:
La cuarta profecía maya dice que el aumento de temperatura causado por la
conducta antiecológica del hombre y una mayor actividad del Sol provocará un
derretimiento de hielo en los polos. Si el Sol aumenta sus niveles de actividad
por encima de lo normal, habrá una mayor producción de viento solar, más
erupciones masivas desde la corona del Sol, un aumento de la irradiación y un
incremento en la temperatura del planeta.
[Aclaremos que, para los mayas, el Sol es un
organismo vivo y sujeto a alteraciones en sus erupciones y campos magnéticos.
Dichas alteraciones físicas, originadas por su interacción con el Universo en
el que existe, serían para ellos capaces de alterar el eje de rotación del
planeta, provocando grandes cataclismos naturales. Así, predijeron que el 21 de
diciembre de 2012, el Sol recibirá un fuerte “rayo sincronizador” proveniente
del centro de la galaxia, alterando su polarización y produciendo una
gigantesca llamarada radiante. Sabemos científicamente que, a cada ciclo solar
de once años, el Sol alcanza un pico en su actividad radioactiva denominado
“máximo solar”. El sol entró en su pico cíclico de actividad a finales de 2010,
y estará en él hasta finales de 2012. Hoy día se estudia la relación entre el
aumento de las tormentas magnéticas, el cambio de los polos magnéticos y el
núcleo cambiante de la Tierra como factores responsables de desastres naturales
como el terremoto y posterior tsunami de Japón en marzo de 2011.]
Quinta
Profecía:
Según la quinta profecía, si no sintonizamos nuestro comportamiento con los
ritmos de la naturaleza y el Universo, todas las estructuras de nuestra
civilización colapsarán. Red informática, red eléctrica, capitalismo, religión…
Estos fallos sistémicos llevarán al ser humano a considerar la necesidad de
reorganizar la sociedad entera, depurando nuestra civilización de valores base
como la mentira y el miedo. Se operará, pues, una radical transformación, que
dará paso a una nueva realidad de armonía y comprensión con la Creación.
Al respecto, cabe tener en cuenta la emisión en 1974
del mensaje de Arecibo (Proyecto Seti): los astrónomos Frank Drake y Carl Sagan
diseñaron un mensaje en código binario a guisa de “tarjeta de visita humana”
para “posibles receptores extraterrestres”. La “respuesta” llegó el 21 de agosto
del 2001, en forma de sendos crop circles aparecidos en un campo contiguo al
radiotelescopio de Chilbolton (Hampshire, Inglaterra). Uno representando un
rostro de apariencia humana; otro, reproduciendo la misma estructura y soporte
del mensaje enviado por Drake y Sagan, pero con un contenido adaptado a la
representación de una raza alienígena. Por último, el 15 de agosto de 2002
apareció un nuevo crop circle -esta vez a escasos kilómetros del
radiotelescopio de Chibolton- con el siguiente mensaje encriptado en código
binario: “Cuidado con los portadores de regalos FALSOS y sus PROMESAS ROTAS.
Mucho DOLOR pero aún hay tiempo. (Palabra dañada, posiblemente “CREAN”). Hay
BIEN allá afuera. Nos oponemos al ENGAÑO. CIERRE de conducto (SONIDO DE
CAMPANA)”.
Sexta
Profecía:
Habla de la aparición de un cometa cuya trayectoria pondrá en peligro la
existencia misma de la vida en nuestro planeta. Para los mayas, dicho cometa o
bien colisionaría con la Tierra, o bien lograríamos desviarlo por métodos
físicos o psíquicos. Para ellos, un cometa era un agente de cambio venido a
desbaratar el equilibrio de estructuras existente, permitiendo la evolución de
la consciencia colectiva. ¿Os imagináis el efecto que tendría entre nosotros el
ser capaces de descubrir con anticipación un asteroide gigantesco en riesgo de
colisión con nuestro hogar, y aún más, el efecto que tendría el ser capaces de
aunar esfuerzos para desviarlo? Se trataría sin duda de uno de los mayores
logros de nuestra historia. ¡Un hecho sin precedentes que nos uniría como
especie, afianzando la conciencia colectiva de vivir ya en la nueva Era de
Acuario!
Séptima
Profecía:
Contiene un mensaje práctico de esperanza: un esfuerzo voluntario por lograr la
armonía y la paz interior nos permitirá desarrollar nuevos sentidos
espirituales e integrarnos al funcionamiento del Universo. Sólo hay que
“dejarse sincronizar” por el giro cíclico del sistema solar, el cual entre 1999
y 2012 pasará de la noche (fin de la era de Piscis) al nuevo amanecer (nueva
era de Acuario). A ese “amanecer galáctico” podrán integrarse sólo aquellos
humanos que eleven la frecuencia de su vibración energética, accediendo así a
una transformación interna individual. La suma de individualidades resultará en
nuevas realidades colectivas. Así podremos reducir los efectos nocivos
anunciados por las restantes profecías y renacer en la nueva “Era de la
Luz".
¡En eso estamos!